Maestro

Ser maestro no es una profesión más, ni una menos.
Aunque cambien las épocas, los paradigmas, los gobiernos, la tecnología avance a pasos agigantados, y este mundo del 2011 sea otrototalmente diferente a aquél en que Domingo Faustino Sarmiento fundó la escuela pública, la tarea del maestro sigue siendo- y probablemente cada día más- uno de los pilares fundamentales denuestra sociedad.
Pero maestro no es cualquiera. Seguro no elija serlo aquel que busca un empleo por comodidad, por ambición económica, ni tampoco- y mucho menos- por el prestigio que laprofesión pudiera conferirle. Si hay algo a lo que podríamos llamar vocación, debemos referirnos a nuestros docentes. Hoy en día no puede subsistir en el mundo de la docencia más que aquel con unaprofunda vocación. No sólo por los bajos salarios, o por la gran dedicación que implica, sino también –y principalmente- por la falta de reconocimiento o recompensa social. Reconocimiento quedebiéramos expresar cada día, a la enorme responsabilidad que los docentes llevan consigo: nada más ni nada menos que la ser parte esencial del proceso en el que se concientizan las mentesy se moldean las personalidades de las jóvenes generaciones, lo que no es otra cosa que afirmar que en su cometido, la sociedad se juega buena parte de su futuro. Son nuestros maestros,quienes mediante el diálogo, el razonamiento y el debate, mediante un proceso de continua construcción, y nunca simplemente imposición o transferencia de conocimiento, pueden sacar del interiorde cada uno lo mejor que lleve dentro.
En manos de nuestros docentes se encuentra la principal fuente de todo tipo de riqueza: aunque hoy el mundo global y posmoderno en el que vivimos nosdevíe casi todo el tiempo a cuestiones materiales, el capital más preciado con el cual contamos, y que podemos aportar al desarrollo político, social o económico, es el capital humano.