Mitologia
Muerte de Orfeo.
Mientras con un canto tal los bosques y los ánimos de las fieras,
de Tracia el vate, y las rocas siguiéndole, lleva,
he aquí que las nueras de los cícones, cubiertas en su vesanos
pechos de vellones ferinos, desde la cima de un promontorio divisan
a Orfeo, a los percutidos nervios acompasando sus canciones. 5
De las cualesuna, agitando su pelo por las auras leves:
«Ay», dice, «ay, éste es el despreciador nuestro», y su lanza
envió del vate hijo de Apolo contra la boca,
la cual, de hojas cosida, una señal sin herida hizo.
El segundo disparo una piedra es, la cual enviada, en el mismo 10
aire por el concento vencida de su voz y su lira fue,
y como suplicante por unas osadías tan furiosas,
ante sus piesquedó tendida. Pero temerarias crecen
esas guerras y la mesura falta e insana reina la Erinis,
y todos los disparos hubieran sido por el canto enternecidos, pero el ingente 15
clamor, y de quebrado cuerno la berecintia flauta,
y los tímpanos, y los aplausos, y los báquicos aullidos
ahogaron la cítara con su sonar: entonces finalmente las piedras
enrojecieron del no oído vate con susangre
y primero, atónitos todavía por la voz del cantor, 20
a los innumerables pájaros y serpientes y el tropel de fieras,
las Ménades a título del triunfo de Orfeo destrozaron.
Después ensangrentadas vuelven contra Orfeo sus diestras
y allí se unen como las aves, cuando acaso durante la luz vagando,
al ave de la noche divisan, y, edificado para ambas cosas ese teatro, 25
como el ciervoque en la arena matutina ha de morir
presa de los perros, y al vate buscan, y verdes de fronda
le tiran sus tirsos, no para este cumplido hechos.
Éstas terrones, aquéllas sus ramas de un árbol desgajadas,
parte blanden pedernales; y para que no falten armas a su delirio 30
era el caso que unos bueyes con su reja hundida levantaban la tierra,
y no lejos de ahí, con su mucho sudordeparando el fruto,
sus duros campos, musculosos, perforaban los paisanos,
los cuales, al ver ese tropel huyen y de su labor abandonan
las armas, y por los campos vacíos yacen dispersos 35
los escardillos, los rastros pesados y los largos azadones.
Los cuales, después que los arrebataron aquellas fieras y amenazadores con su cuerno
despedazaron a los bueyes, del vate a los hados de nuevocorren,
y tendiéndoles él sus manos y en ese momento por primera vez
vanas cosas diciéndoles y para nada con su voz conmoviéndolas, 40
esas sacrílegas le dan muerte, y a través de la boca -por Júpiter- aquella,
oída por las rocas, entendida por los sentidos
de las fieras, a los vientos exhalada, su ánima se aleja.
A ti las afligidas aves, Orfeo, a ti la multitud de las fieras,
a ti losrígidos pedernales, que tus canciones muchas veces habían seguido, 45
a ti te lloraron los bosques. Depuestas por ti sus frondas el árbol,
tonsurado de cabellos, luto lució. De lágrimas también los caudales suyas
dicen que crecieron, y forzados sus tules al negro
las naides y las dríades, y sueltos su cabellos tuvieron.
Sus miembros yacen distantes de lugar. Su cabeza, Hebro, y su lira50
tú acoges y, milagro, mientras baja por mitad de tu corriente
un algo lúgubre lamenta su lira, lúgubre su lengua
murmura exánime, responden lúgubre un algo las riberas.
Y ya ellas al mar llevadas su caudal paisano dejan,
y de la metimnea Lesbos alcanzan el litoral. 55
Aquí una fiera serpiente ese busto expuesto en las peregrinas
arenas ataca y, asperjados de goteante rocío, suscabellos.
Finalmente Febo le asiste y, cuando sus mordiscos a inferirle se disponía,
la contiene y en piedra las comisuras abiertas de la sierpe
congela y anchurosa, cual estaba, endurece su comisura. 60
Su sombra alcanza las tierras, y esos lugares que había visto antes,
todos reconoce, y buscando por los sembrados de los piadosos
encuentra a Eurídice y entre sus deseosos brazos la...
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