Ninguno

Cuando el dolor se mezcla con las lágrimas.

Lo habían hecho una y otra, y otra vez; pero ninguno de los dos se cansaban. Al final ambos terminaron rendidos en la cama, uno al lado del otro; sinmirarse, sin hablar. Sus respiraciones estaban entrecortadas y su vista puesta en techo de aquel viejo motel.
Una pregunta invadía la mete de los dos: ¿era lo correcto? ¿Alguien los podría castigarpor amarse? Al final, nadie podía responder sus inquietudes; solo les quedaba amarse sin límites, sin condición; vivir con una duda eterna.
Aquel hombre de cabellos plateados, orbes marrones ybolsas bajo los ojos era su único impedimento. Sí, su padre; su padre lo arruinaba todo, totalmente todo. ¿No la podía dejar ser libre? Y al final, ¿qué era libertad?
Por fin se miraron, conincertidumbre, con temor, con amor. […]
Él se levantó de la cama: de tendidos blancos perfectamente desordenados. La volvió a mirar, se veía tan indefensa; con tanto temor.
Se posó sobre ella, con sus manos acada lado de su cuerpo desnudo; la tenía acorralada. La besó de nuevo, intensamente y con amor. No la quería dejar ir, era suya, solo suya.
—Vámonos —le dijo ella sorprendiéndolo—.Lejos de aquí;escapemos juntos.
La miró, ¿sería cierto, o solo lo quería ver ilusionado? ¡Qué dilema! Pero al final sonrío y le dijo que sí.
Se vistieron e intentaron organizarse lo mejor posible.
Ella se puso suszapatillas después de haberse colocado aquel hermoso vestido: sencillo, blanco y de tirantes que a él tanto le gustaba. Él se colocó su jean azul, sus zapatos y su camisa negra.
Ambos salieron,huyendo de las personas, huyendo de todos; hasta de ellos mismos se podría decir.
La carretera estaba sola y oscura; llovía y solo se veían las luces opacas del vehículo que poco lograban dejar ver.—“Curva cerrada” —alcanzó a leer en aquel mojado letrero amarillento a un lado de la carretera. Pisó el freno una, dos, tres veces; nada pasó.
Miró a su amada con desesperación, pero ella se había...