No Sé Si He Sido Claro

Páginas: 264 (65928 palabras) Publicado: 31 de octubre de 2012
NO SÉ SI HE SIDO CLARO

Y OTROS CUENTOS


R. FONTANARROSA





EDICIONES DE LA FLOR













Foto de tapa a partir de acrílico y pastel de Cristóbal Reynoso (Crist)
Décima edición: noviembre de 1998






Décima edición: noviembre de 1998





© 1985 by Ediciones de la Flor S.R.L.
Gorriti 3695, 1172 Buenos Aires, Argentina
Impreso en la ArgentinaPrinted in Argentina
Queda hecho el depósito que dispone la ley 11.723


ISBN 950-515-103-9


ÍNDICE

UNA NOCHE INOLVIDABLE 4
TÍO EUGENIO 9
LA VERDAD SOBRE EL TRANSBORDADOR COLUMBIA 12
MAUD EMPRENDE EL VUELO 18
MEMORIAS DE UNA ESTRELLA 22
LA CLAVE NIPONA 26
EL CAMARADA FEODOROVICH 30
TODA LA VERDAD 35
¿CUALES SON LAS VERDADERAS INTENCIONES DE LOS CUISES? 43
MALOS AUGURIOS 45
ELCUENTO FANTÁSTICO 51
EL PENANI 54
PONCIO, EL PROFETA (Prof. Eremías Galimba) 57
"YO CONOCÍ A YATASTO" 65
PINTURA: EL PREMIO IVERNS MEX 69
LA SEÑORA DE PELOURINHO Y EL LADRILLO 71
¿CON QUIEN HAY QUE HABLAR? 74
LOS VENCEDORES DE PISCO 81
LOS SOBREVIVIENTES DEL "CARLA PISTOIA" 87
VIAJE AL PAÍS DE LOS NANINGA 99
CINCO HOMBRES EN LA CABAÑA 105
LOS ÚLTIMOS "SALILEROS" 114
UN HOMBRE PELIGROSO116
EL "PICHON DE CRISTO" 120
EXPERIENCIA EN "EL CAIRO" 124
NO SE SI HE SIDO CLARO 135
EL TESORO DE LOS "CANCAS" 140
SARDINA 146




UNA NOCHE INOLVIDABLE



El que conocía todos los piringundines era mi amigo, el Narigón Costoya. Hombre de la noche a pesar de su juventud, era para mí una imagen digna de admiración y envidia, cuando se entreveraba con gente avezada en el trajín algoturbio de boliches y reductos tangueros. Por eso, aquella vez en que me dijo: "Esta noche nos vamos al Tabarí", no puse ningún tipo de objeción, dado que mi confianza en el Narigón era completa.
Purretes todavía, a pesar del estímulo varonil que nos prestaban el cigarrillo con boquilla y la botita charolada, el ambiente noctámbulo nos atraía como la miel a las moscas.
—Canta un coso que no tepodes perder —me confió Costoya. No teníamos mucho níquel en el bolsillo, eran otros tiempos, pero sí podíamos ufanarnos de un atrevimiento a toda prueba. En especial de parte del Narigón, poseedor de un ángel y una soltura verdaderamente notables.
Años más tarde hablaría de él aquel inmortal bardo que fuera don Nicolás Casona.
La verdad fue que llegamos al Tabarí, ahí por Suipacha al 400, pasamosbajo la mirada entre severa y cómplice de "Lopecito", el portero, y nos mandamos para adentro. "Lopecito" no se dejaba engañar por nuestros bigotes ni por nuestros sombreros, él sabía que éramos menores, pero muy a menudo el Narigón le pasaba algún dato para Palermo y así se había ganado la amistad de aquel hombre. Tiempo después me enteré de que Lopecito había muerto de una gripe mal curada,pobrecito, en un sórdido hospital de Montevideo, la capital uruguaya.
Esa noche de sábado, el "Tabarí" estaba de bote en bote y corría la bebida entre la algarabía del gentío. Gracias a la gentileza de uno de los mozos (el Narigón le tiró unas rupias) conseguimos una mesa cerca del escenario. Ya se había dejado de bailar y recuerdo que muy pronto tuvimos la compañía de dos niñas que trabajaban en ellocal. Eso colmaba todas mis aspiraciones de sentirme hombre mundano, a pesar de saber perfectamente que aquellas muchachas estaban trabajando y sólo pretendían un mayor consumo de nuestra parte. Yo, bastante más tímido que mi amigo, no vacilé, no obstante, en pedir un par de botellas de champagne, ante la admiración de nuestras ocasionales acompañantes. No habría pasado más de una hora cuandosubió al escenario, hasta ese momento desierto, una pequeña orquesta y a renglón seguido un hombre aún joven, delgado y pálido como una porcelana. Hubo aplausos y vivas al artista pero pronto se hizo un respetuoso silencio cuando el bandoneón rompió con sus primeras quejas. ¡Qué notable el mutismo de aquel público de habitual mordaz y bullanguero! ¡Qué dominio sobre la audiencia poseía aquel cantor...
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