Nuestro Amigo Aris

DE CERDOS Y HOMBRES: EL EPICUREÍSMO
1. Introducción
Animales para todos los gustos. Si los cínicos, con buen fundamento en su caso, eran
los perros (ya que, recordemos, la palabra cínico deriva del griego kúon, perro), a
Epicuro y sus seguidores les llamaron “cerdos”, y en su caso con evidente mala fe. En
efecto, ya en la antigüedad se consideró que los epicúreos eran aquellos que sededicaban a enseñar, sin más matiz, que la felicidad residía en el placer (y,
particularmente, en el placer sensual) Una vez más estamos ante un grave
malentendido que procuraremos aclarar ya que, como dice Mark Vernon:
“Hay que compadecer a Epicuro. De entre todos los filósofos antiguos, es
probablemente el más incomprendido, hasta tal punto que su nombre se ha convertido
en sinónimo deexactamente lo contrario que él defendía: un epicúreo, según mi
diccionario, es alguien que se dedica a los placeres sensuales. Eso evoca imágenes de
un hedonismo excesivo, de una gratificación desmedida, de un deseo decadente. De
hecho, la vida de Epicuro manifestó un compromiso extraordinario con una filosofía
que también podría ser adecuada para nuestra época consumista. Puede resumirse en
tresbreves palabras: menos es más”1
Pero, ¿acaso no defendió Epicuro que la felicidad residía básicamente en el placer
(hedoné)? Pues sí, ciertamente. El filósofo de Samos pone la felicidad en la búsqueda
del placer y en la evitación del dolor. Pero se trata, en todo caso de una búsqueda
inteligente, de un cálculo prudente de los placeres que permita finalmente al ser
humano alcanzar la ataraxia y laautarquía (autogobierno), metas últimas, y teniendo
en cuenta que los goces o placeres del alma son siempre superiores a los corporales.
Estamos pues, una vez más, ante una ética racionalista. Solo hablar de cálculo
prudente (entendida la prudencia en el aristotélico sentido de “deliberar bien para
obrar bien”) debe bastar para entender esto. ¿Por qué se originó entonces la
confusión?Probablemente tenga que ver con la física epicúrea, heredera del
atomismo materialista de Demócrito, que es “sensista” o sensualista, es decir, que
defiende que todo conocimiento (y, por consiguiente, todo bien y todo mal) proceden
de las sensaciones. Por ello es necesario y natural buscar las sensaciones agradables
(placenteras) y evitar las desagradables (dolorosas), pero entendiendo siempre queno
todo placer (ni sensación agradable) es un bien ni, al contrario, todo dolor es en sí
mismo un mal. En efecto, no creo que nadie considere placentero el entrenamiento
físico para, digamos, correr una maratón o el Tour de Francia. En sí ello es más bien
desagradable, por no decir doloroso. El comentarista deportivo nos advierte de ello en
su crónica cuando repara en “el sufrimiento delescalador”, por poner un ejemplo. Por
tanto, el deportista (o, para el caso, el estudiante que prepara intensamente una
oposición o el trabajador esforzado, etc.) experimenta sensaciones fuertemente
desagradables (aversivas, que diría un conductista). Pero, ¿hay que concluir por ello
que tales sensaciones son “malas” y que, por tanto, es necesario evitarlas? El día a día
nos demuestra más bien locontrario. De hecho, si evitásemos una y otra vez tales
sensaciones, no se alcanzaría ningún logro que mereciese la pena, ninguna meta que
no estuviera situada fácilmente a nuestra mano. Y, al contrario de lo dicho, también
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Vernon, M: Los podcasts de Platón, guía de los antiguos para los modernos, Alianza, Madrid, 2011
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resulta evidente que comer, por ejemplo, es algo generalmenteagradable (sobre todo
cuando se trata de alimentos que, aparte de satisfacer nuestras necesidades vitales,
fisiológicas, nos resultan especialmente gustosos) Pero de nuevo nos podemos
preguntar, ¿hay que concluir entonces que comer siempre y tanto como nos plazca, y,
sobre todo, lo que nos apetezca en cada momento, es algo “bueno”? ¿No terminaría
por convertirse más bien en algo “malo”...