Poema 36

Historias entre cambios de semáforos

De repente el cielo (que estaba abierto contemplando las voces predecibles y fantasmagóricas de los bloques de cemento de la ciudad), se nubló. La vieja deldepartamento cuarenta y siete, como era de esperar según la meteorología, preparo un baño de agua tibia del cual supo años mas tarde nunca iba a despertar.

Cuatro cambios de semáforo después, según elborracho del bar “el Nilo” (que solo el hombre mas viejo de la cuadra había visto salir de la barra), siete niños jugaban a la pelota en un rectángulo de maleza rodeado de flores demasiado coloridaspara ser pisadas, aunque la verdadera razón era la patada en el culo que se llevaba el que osara aplastar las delicadas y vírgenes flores.
Tres contra tres y el séptimo entra al gol. Ultima jugadaantes de que la falta de luz deforme los rostros sucios y cansados. Pie descalzo y arco solo, y la mata de pasto camuflada que hace saltar la pelota que mira de reojo como la pegada pasa de largohaciendo sonar el aire envuelto en burlas. ¡Cagon culiáo` y la recalcada concha de tu madre! se escucho en toda la cuadra. El imputado se fue caminando despacio hacia su casa, ninguna lágrima fuederramada.

Tres cambios de semáforo después, según la señora Sonia (que siempre llevaba consigo el olor de las solapillas que preparaba), a julio lo habían despedido de su trabajo por tratar de usar elsoplete para borrarse la marca que le habían hecho en la cárcel “me vendo por puto y maricón” decía el galardonado distintivo en su áspero brazo derecho de obrero melancólico. La suerte no estaba con el,nunca lo había estado, y ahora se preparaba para dar el salto final hacia el rio mas caudaloso de la zona.

Dos cambios de semáforo después, Alberto (un niño común y corriente, ni bueno ni malo, nifeo ni lindo, ni tonto ni inteligente) observo como su padre, al que no veía hace tres años, bajaba de un taxi y se dirigía a su casa. Corrió hacia el y lo abrazo fuerte, Alberto nunca lo había...