Polvo y Espanto: El caudillo Santiagueño
Se conceden dos versiones de un mismo hombre: una canalizada a travésde la
idea que Agustina tiene del gobernador, y que por lo tanto se extiendea todo el
"Cuaderno unitario" (perspectiva que comparten los discursos dela historia oficial); la
otra, focalizada en Felipe
Ibarra, se presenta comoapología de sus propios actos, conuna clara intención
revisionista.Los epígrafes son igualmente significativos a la hora de configurar supersonalidad.Felipe Ibarra odia a los traidores y se desprecia a sí mismo por ello. Elcobrarse cada
"chuzazo" dado a Francisco, "hacer un funeral criollo" quepor medio de la sangre de
los "salvajes unitarios" lavara la afrenta contra sucompañero de infancia, se convierte
en suobsesión. Es cruel como formade generar amor y respeto en el pueblo. Es por
ello que se erige a sí mismocomo un padre aleccionador. Su personalidad, a
diferencia de la deAgustina, no se evidencia claramente, sino que se esconde tras la
figuraque él mismo quiere otorgar a su pueblo y más precisamente, grabar en lamente de los "salvajes unitarios". Una imagen que se ha forjado a símismopara poder
cumplir con su rol de gobernador federal.Su auténtica personalidad se deja verse en las remembranzas de infancia,que mediante
la técnica del discurso indirecto libre el narrador ingresa en lahistoria. En los
recuerdos de la infancia transcurrida junto a su hermanoFrancisco, Felipe deja
descubrir su fortaleza, su cara paternal, susinseguridades de la adolescencia, su firmezade espíritu y su coraje.
Elcomienzo del apartado es un buen ejemplo de ello:
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“Apretó los dientes y taloneó los ijares. Nadie tenía que ver laslágrimas
de Felipe Ibarra por Francisco. Nadie, ni siquiera su fielSimón Luna.
Sólo Pancho sabía que era capaz de llorar. Juntaban cera y miel en el
bosque, en los quebrachales deMatará, la madre los había mandado.
Cayódesde una ramaalta, se sacó la muñeca. Gritó, un solo grito de
dolor, teníatrece años, se contuvo.”
Un recuerdo significativo en lo que toca a la historia es aquel que relata ladefunción
de su jaguar. Felipe lo había amaestrado, pero unos lugareños,creyéndolo salvaje, lo mataron. El jaguar, animal americano porantonomasia, es una imagen constante en
la personalidad de Ibarra.Noobstante, al igual que otros personajes de la historia nacional, Ibarraquería un
apodo meritorio de su ferocidad y valor. La figura del jaguar leparece acertada y,
no obstante su pueblo no le otorgue un apodo digno deun "guerrero" como a FacundoQuiroga, él mismo se apoda "el Jaguar del Bracho" o "el Jaguar deSantiago". Arias;
el autor; utilizará luego esta suerte de apodos, comoepítetosépicos. Felipe se
convierte, entonces, en un símbolo, en unestereotipo de los caudillos argentinos,
personajes amados y odiados almismo tiempo. Se usa “el jaguar de brocha” cuando
se relaciona conAgustina y los desterrados, como una forma de destacar su actitudacechante, y el “jaguar de santiago” para las luchas con Paz, La Madrid ySolá. Se
evidencia así la faceta más feroz o audaz delcaudillo.Una constante que puede evidenciarse en ambos apartados es la presenciadel
polvo como símbolo de todo lo que es efímero. Es por un lado, la nubede tierra que
rodea a Agustina cada vez que los soldados de Ibarra decideninternarlos aún más en
territorio chaqueño, dejándolos desprovistos de todolo que habían alcanzado
construir. Es la sensación de vacío interior, de nadaque lequeda una vez muerto su
marido; el amor transformado en niebla.Al mismo tiempo, este símbolo aúna el sentir de Agustina con el de
Ibarra.Ambos sufren la soledad y la desesperación por la pérdida de lo querido.Ibarra
tomará como anuncio de la muerte cada vez que una nube de polvorodee a sus seres
queridos y a sus hombres fieles en batalla. Todo lo que lorodea es muerte, venganza...
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