Proceso De Pacificacion En El Terrorismo
hace poco más de siete años, sería el prólogo de una de las expresiones
más serias de violencia política en la América Latinacontemporánea. Para muchos esto era signo que atrás quedaba el
mito de la proverbial "resignación" del peruano y, en especial, del
habitante de la serranía. Sea cual fuere la interpretación, las cifrasfrías, anónimas, expresan con crudeza lo que ha venido pasando:
alrededor de 10.000 muertos, más de 1.000 detenidos-desaparecidos
por acción de las fuerzas de seguridad, defienas de miles dedesplazados y estado de emergencia para cerca de la mitad de los
peruanos al momento de escribirse estas líneas. Hoy por hoy la
sociedad peruana parece ser pródiga en una violencia que está a flor
depiel.
Si al violentismo senderista y a la cruenta represión se agregan
la delincuencia común y las bandas de narcotraficantes, el cuadro
aparece aun más complejo y de difícil manejo. A veces pareceríaque de pronto, así porque sí, surgieron del interior de la propia
sociedad los gérmenes de su dislocamiento. No cabe duda que a
algunos sorprendió en 1980 que se recurriera a la violencia comoinstrumento de acción política; incluso se pretendió tapar el sol
con un dedo al reducir el senderismo a un fenómeno psiquiátricodelincuencial.
Se olvidaba, de esa forma, que nuestra historia políticaestaba atravesada por una violencia que la historiografía oficial
siempre minimizó o negó.
Para no remontarnos a las calendas griegas, sólo cabe recordar
que los de "arriba" y los de "abajo"utilizaron la violencia en el Perú
durante los 50 años precedentes. Los primeros mediante los gobiernos
dictatoriales, el gamonalismo y la exclusión de las mayorías; los
segundos a través demovimientos políticos violentos (como el APRAde las décadas del 30 y 40) y de una lucha social que por lo general desbordó los estrechos parámetros institucionales.
Las evidentes y graves contradicciones de...
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