que se vayan todos!!!

¡Que se vayan todos!
Los rayos del sol se colaban por las rendijas de mi ventana, anunciando un nuevo día. Encandilado y aturdido por aquel sonido estresante de cada mañana, proveniente del acomodamiento de las agujas del reloj junto a mi cama marcando las 7:00 am, dispuse toda la voluntad de mi ser para dar comienzo a una nueva pero repetida rutina, deseando en lo más profundo de mi, lallegada de alguna noticia que desestabilizara esta aburrida vida. Ser esclavo de lunes a viernes, incluso algún que otro sábado, de personas que usan mi tiempo para generar dinero, dinero que jamás veo y jamás veré, conformándome con un mísero sueldo que apenas alcanza para mantener en pie a mi querida familia.
El olor a pan tostado con un toque de café recién hecho comienza a subir por lasescaleras, dándome el último empujoncito que necesito para terminar de hacer el nudo de la corbata y comenzar el día. Una taza humeante que recita la palabra “Papá” reposa sobre la mesa, acompañada de un par de tostadas y como fondo, mi esposa abrochando los botones del guardapolvo de mi hijo, completando la maravillosa escena que guardo antes de partir.
El tránsito es duro como todos los días, agravadopor los piquetes y marchas que comienzan a verse últimamente por las calles, sin embargo, acostumbrado a esto, salgo más temprano de mi casa para lograr llegar a horario al bendito trabajo, cuidándolo como parte de mí, en estos tiempos difíciles.
En la oficina se siente un clima denso, un tanto diferente al habitual, más corridas, más papeles, más tazas de café en los escritorios. Encerrado enmi burbuja (como la mayor parte del tiempo), continúo mi actividad; carpetas blancas, rojas, azules, verdes y amarillas van, vienen, entran y salen de mi despacho; y muy escondido, entre algunas cartas blancas de la correspondencia habitual, yace en mi escritorio, un sobre color marrón que no acostumbro a ver, el cual recita lo siguiente:
“Buenos Aires, Argentina. 3 de septiembre del 2001Estimado Sr. Augusto Ricardo López:
Por la presente carta, el grupo de dirección de la empresa CAMP. le comunica, que ha tomado la decisión irrevocable de proceder a la finalización de su contrato profesional, en base a las facultades que a la misma se le atribuyen en el artículo 103 del Estatuto laboral, para proceder a un despido disciplinario…”
  Un sudor frío comenzó a brotar de mí, bañándome enescalofríos producidos por ideas oscuras que comenzaban a pasar incesantes por mí mente. Estaba despedido.
Al parecer no era el único, por el contrario, pasé a ser parte de una gran masa de personas, que durante el último tiempo, incrementaba en número día a día, hora a hora, minuto a minuto. En aquel momento no era capas de darme cuenta, pero algo pasaba, más allá de mí, más allá de esta empresa,algo mucho más grande, comenzaba a gestarse una bomba, que no tardaría en explotar.
Mientras tanto hundido en mi depresión, tomé mis cosas (no eran muchas) y me marché de aquel siniestro lugar, no se a donde, solo me marché. La burbuja que me envolvía comenzaba a desaparecer y un nuevo escenario se hacía manifiesto. Conduje por calles atestadas de vehículos. A mí alrededor, marchas escandalosashaciendo temblar los edificios, personas acostadas sobre la acera envueltas en harapos, chicos pidiendo comida, un país que no era el mío, una argentina distinta, una realidad que antes pasaba por alto y de la que formaría parte en muy poco tiempo.


La lista del supermercado es larga, y ya no se que más tachar, esto comienza a volverse insostenible. Ya hace un tiempo que mi marido no consiguetrabajo y las cuentas se deslizan por debajo de la puerta como suaves amenazas, los reproches constantes de mi hijo rompen mi corazón y el de Augusto; pobre Augusto, cansado, deprimido, ya no se levanta de la misma forma, algunas veces ni siquiera se levanta, algunos días no cruzamos palabras y otros solo descarga en mi toda esa presión que siente, llora, y me pide disculpas por no poder darme...