Relato de poder
RELATOS DE PODER
Carlos Castaneda
www.formarse.com.ar
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 2
PRIMERA PARTE
UN TESTIGO DE ACTOS DE PODER
CITA CON EL CONOCIMIENTO 4
EL SOÑADOR Y EL SOÑADO 19
EL SECRETO DE LOS SERES LUMINOSOS 29
SEGUNDA PARTE
EL TONAL Y EL NAGUAL
TENER QUE CREER 36
LA ISLA DEL TONAL 41
EL DÍA DEL TONAL 46
REDUCIR EL TONAL 52
LA HORADEL NAGUAL 58
EL SUSURRO DEL NAGUAL 64
LAS ALAS DE LA PERCEPCIÓN 69
TERCERA PARTE
LA EXPLICACIÓN DE LOS BRUJOS
TRES TESTIGOS DEL NAGUAL 74
LA ESTRATEGIA DE UN BRUJO 79
LA BURBUJA DE LA PERCEPCIÓN 90
LA PREDILECCIÓN DE LOS GUERREROS 96
Las condiciones del pájaro solitario son cinco. La primera, que se va a lo más alto; la segunda, que no sufre compañía aunque sea de sunaturaleza; la tercera, que pone el pico al aire; la cuarta, que no tiene determinado color; la quinta, que canta suavemente.
SAN JUAN DE LA CRUZ, Dichos de luz y amor
PRIMERA PARTE
UN TESTIGO DE ACTOS DE PODER
CITA CON EL CONOCIMIENTO
Llevaba yo varios meses sin ver a don Juan. Era el otoño de 1971. Tuve la certeza de que se encontraba en casa de don Genaro, en el México central, yrealicé los preparativos necesarios para un viaje de seis o siete días. Al segundo día, obedeciendo a un impulso, me detuve al mediar la tarde en la casa de don Juan en Sonora. Estacioné el coche y caminé una corta distancia hasta la casa misma. Para mi sorpresa, lo encontré allí.
‑¡Don Juan! No esperaba hallarlo aquí ‑dije.
Echó a reír, deleitado por mi asombro. Estaba sentado en un cajón deleche vacío, junto a la puerta delantera. Al parecer me aguardaba. Había un aire de hazaña cumplida en la desenvoltura con que me saludó. Quitándose el sombrero, lo agitó cómicamente en florido gesto. Se lo puso de nuevo y me hizo un saludo militar. Se hallaba reclinado en la pared, a horcajadas en el cajón como sobre una silla de montar.
‑Siéntate, siéntate ‑dijo en tono jovial‑. Qué gusto me da queestés otra vez por aquí.
‑Ya me estaba yendo hasta Oaxaca a buscarlo, don Juan ‑dije‑. Y luego habría tenido que regresar a Los ángeles. El hallarlo aquí me ahorra días y días de manejar.
‑De todos modos me habrías encontrado ‑dijo él en tono misterioso‑, pero digamos que me debes los seis días que hubieras tardado en llegar allá, días que deberías emplear en algo más interesante que andarcorreteando en tu carro.
Había algo cautivante en la sonrisa de don Juan. Su calidez era contagiosa.
‑¿Y dónde están los instrumentos? ‑preguntó, haciendo un gesto de escribir a mano.
Le dije que los había dejado en el coche; él respondió que sin ellos me veía extraño y me hizo ir a traerlos.
‑Acabo de escribir un libro ‑dije.
Fijó en mí una mirada larga y peculiar que me dio comezón en la bocadel estómago. Era como si empujase mi parte media con un objeta suave. Sentí que me iba a poner mal, pero entonces don Juan miró para otro lado y recobré mi primera sensación de bienestar.
Quise hablar de mi libro, pero él indicó con un gesto que no quería oír nada sobre el tema. Sonrió. Desbordaba ligereza y encanto, e inmediatamente me envolvió en una larga conversación acerca de personas yde sucesos actuales. Al cabo de un buen rato logré por fin desviar la conversación hacia el tópico de mi interés. Empecé mencionando que, al revisar mis antiguas notas, me di cuenta de que él me había estado dando, desde el principio de nuestra asociación, una descripción detallada del mundo de los brujos. A la luz de lo que me dijo en aquellas etapas, comencé a poner en tela de juicio el papel delas plantas alucinógenas.
‑¿Por qué me hizo usted tomar tantas veces esas plantas de poder? ‑pregunté.
Rió y musitó, en voz muy suave:
‑Porque eres un idiota.
Lo oí perfectamente, pero quise cerciorarme y fingí no haber entendido.
‑¿Cómo dijo? ‑inquirí.
‑Tú sabes lo que dije ‑replicó, y se puso en pie.
Al pasar junto a mí me golpeó la cabeza con un dedo.
‑Eres un poco lento ‑dijo‑. Y...
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