Resistencia

Seguir siendo uno mismo
De nuevo en una de las masivas manifestaciones del 14 de noviembre, día en el que se convocó la
huelga general, se volvió ver este texto en una pancarta: “Cuando lainjusticia es ley, la
desobediencia es deber”. Es significativo y coincidente en la valoración cómo el pensamiento
clásico y la reflexión oriental abordan el tema de la desobediencia civil, desde Sócrateshasta
Gandhi, hay un amplio consenso en reconocer que se comete un acto de desobediencia civil, si sus
actos son ilegales, públicos, no violentos, realizados conscientemente con la intención defrustrar
leyes, programas o decisiones de gobiernos (Cfr. Bedau, H.A. 1969). El debate sobre la
desobediencia civil en una democracia constitucional sigue vivo, y en su reflexión se parte del
hecho quela desobediencia civil es una actividad ilegal, trasgresora de normas jurídicas refrendadas
por leyes vigentes con el objetivo de producir un cambio legislativo o de programas de gobierno.
Ladesobediencia civil tiene un claro contenido, es un enfrentamiento con las leyes, es una
desobediencia pública, de carácter colectivo, diseñada y evaluable con vocación de implicar a
numerosos ciudadanosy de consecución de objetivos, respetuosa con la carta de los derechos
humanos y coherente en la asunción de las consecuencias de su acción.
Ahora bien, ¿es legítima la acción de desobediencia civilen un sistema de democracia formal?
Según autores referentes como Thoreau, Marx o actuales como Ralws, Habermas, Bobbio, Raz,
Singer o Dworkin cuando en una dimensión política se dan loscomponentes de agotamiento de las
vías legales, de proceder no violento, de publicidad de la norma rechazada y de aceptación del
castigo, es legítimo el disenso. Los responsables del gobierno de un paíscuentan de antemano con
la obediencia a las leyes de la ciudadanía y su cooperación en el cumplimiento de las mismas.
Exprimiendo la visión clásica de Aristóteles, dejando aparte su defensa del...