Rock
La Celestina, ¿una obra para la postmodernidad? Parodia religiosa, humor, «nihilismo»
ENS LSH Lyon – SEMYR
Laura Puerto
Cuando Fernando de Rojas abría la Tragicomedia de Calisto y Melibea señalando su carácter de «lid o contienda»1 entre los lectores contemporáneos, probablemente era incapaz de imaginar que esta calificación, convertida casi en tópico,seguiría vigente quinientos años más tarde, dentro de una bibliografía tan engrosada como heterogénea en sus interpretaciones de la obra. Por nuestra parte, nos posicionábamos en el título de la comunicación que dio origen a este artículo, «Nihilismo y humor en La Celestina» —desde la prevaricación crítica de su primera palabra2—, sacrificando, por esa vez, la reconstrucción historiográfica en posde una aprehensión contemporánea de La Celestina, o lo que es lo mismo, en pos de aquellas claves que permitiesen explicar el creciente interés de público hacia el que no deja de ser un texto medieval3. Bajo este signo, nos lanzábamos a un estudio del componente humorístico de la obra que arrinconaba su
1.– Cf. Prólogo: «Y pues antigua querella y usitada de largos tiempos, no quiero maravillarmesi esta presente obra ha seído instrumento de lid o contienda a sus lectores para ponerlos en diferencias, dando cada uno sentencia sobre ella a su sabor» (p. 19, la cursiva es nuestra). Citaremos siempre por el volumen de Francisco. J. Lobera, Guillermo Serés, Paloma Díaz-Mas, Carlos Mota, Íñigo Ruiz Arzálluz y Francisco Rico, eds., Fernando de Rojas (y «antiguo autor»), La Celestina, Barcelona,Crítica, 2000. 2.– Me acompañaba en esta «prevaricación» Jesús G. Maestro, El personaje nihilista. La Celestina y el teatro europeo, Madrid, Iberoamericana, 2001. 3.– Este interés in crescendo hacía afirmar en 2001 a Santiago López Ríos, en un rápido recorrido por la bibliografía reciente de La Celestina, que «estamos ante un texto que hará correr mucha tinta en nuestro recién estrenado siglo xxi»(«La Celestina y los asedios de la crítica», en S. López Ríos, ed., Estudios sobre La Celestina, Madrid, Istmo, 2001, pp. 9-35 [9]). Bibliografía crítica acompañada de un interés de gran público del que dan cuenta las últimas adaptaciones cinematográficas y teatrales del texto, dentro y fuera de nuestras fronteras, así como sus recientes traducciones. La afluencia de auditorio de todo tipoalcanzado en el Colloque sobre
246 Celestinesca 32, 2008
Laura Puerto Moro
vertiente moralizante y lo analizaba como envés del demoledor Planto final de Pleberio. Rectificamos ahora en aquel planteamiento sólo parcialmente: que la Tragicomedia está fraguada en ambientes muy concretos, con fines paródicos —según se manifiesta en la continua subversión de sententiae universitarias o en laridiculización de la tópica amorosa cortesana4—, resulta hecho tan conocido hoy en día como pasado por alto por la lúgubre crítica decimonónica; un ingrediente jocoso retomado en toda su amplitud, de hecho, sólo a partir de los años setenta del s. xx y que ha conocido proliferación de trabajos desde la década de los noventa5. Paradójicamente,
La Celestina celebrado en Lyon en mayo de 2008 —que da origena este artículo— es buen «botón de muestra» de lo aquí señalado. 4.– El componente de parodia cortesana de La Celestina, inicialmente centrado sobre la figura de Calisto, cuenta con una tradición crítica amplia que va desde los pioneros trabajos de Alan Deyermond («The Text-Book Mishandled: Andreas Capellanus and the Opening Scene of La Celestina», Neophilologus, 45 [1961], pp. 218-221) y J. HallMartín, («Calisto», en Love’s fools: Aucassin, Troilus, Calisto and the parody of the courtly lover, Londres, Tamesis, 1972, pp. 71134), siguiendo por el clásico de Dorothy Severin («La parodia del amor cortés en La Celestina», Edad de Oro, 3 [1984], pp. 275-279) hasta un librito tan relativamente reciente como el de Eukene Lakarra, «Ars amandi» vs. «reprobatio amoris». Fernando de Rojas y La...
Regístrate para leer el documento completo.