Rosas

ROSAS

El líquido se derramó en el suelo brillante y blanco. Las gotas proyectadas
en cámara lenta resbalaron lentamente desde su nariz y cayeron
estrepitosamente con un ruido ensordecedor.
Un eco retumbaba en su cabeza, sentía que se le iba a vida. El golpe más
que destrozarle la nariz le destrozó el alma.
Flora y Claudio se conocieron un tres de agosto en uno de los pasillos de laantigua universidad pública. Ella de maneras tiernas y calmadas detestó
siempre ese centro de estudios, sobre todo en los e pisodios de odios y
revueltas, en los cuales todos se volvían una masa iracunda e informe . Sin
embargo, esta no era la única razón para odiar aquel edificio café, viejo y
como decía ella “casi que podrido”, pues su padre, un eximio escritor y
filólogo, adinerado einfluyente, la había obligado a estudiar leyes (carrera
que aborrecía con todas las fuerzas de su alma), en una universidad pública,
para castigarla por haberse enamorado del hijo de uno de sus enemigos,
haber quedado embarazada de él y para colmo de males haber abortado
con dos pastillas bien tomadas, al niño que llevaba en las entrañas.
Ese día de agosto estaba Flora más aburrida que nunca , sentadaen frente
de la biblioteca de la universidad fingiendo leer un libro de Derecho penal e
intentando ignorar la turba enardecida que a punta de gritos y pancartas
improvisadas, protestaba por el aumento de las matrículas. Mientras
divagaba en sus recuerdos de Miguel y el hijo perdido, acentuados por
encontrar una forma de olvidar el libro de leyes, sintió una presencia tibia y
agitada que seacercó por detrás. Volteó con velocidad y puso esos ojos de
tigra enjaulada que siempre ponía cuando se enfurecía.
Así la vio Claudio por primera vez y desde allí comenzó a amarla.
Flora se levantó rápidamente, agarró el libro con firmeza y se fue. Claudio la
vio alejarse con paso rápido y la siguió con la mirada hasta que desapareció
en el tumulto. Procedió entonces a sentarse en el sitiodonde ella había

estado sentada segundos antes y disfrutó del olor a rosas que emanaba de
su cabello negro y largo. No era la primera vez que sentía ese olor. Lo había
descubierto en el salón 301 I cuando tomaba su clase de literatura inglesa.
Desde entonces lo siguió encontrando en la cafetería, en el sillón azul de la
biblioteca, en la entrada de los baños, en la cancha de tenis. Estabaesparcido por toda la universidad como una nieb la transparente y escurridiza
que nadie parecía percibir.
Fue así como ese día de agosto y mientras protestaba junto a sus
compañeros, sintió ese olor que tanto lo había perturbado por semanas y no
pudo menos que seguirlo. Cuando estuvo a pocos metros de ella trató de no
acercarse demasiado para no asustarla pero algo lo jalaba, no podía evitarlo.Ahí estaba el enigma resuelto. Ahora el extraño olor a rosas tenía un rostro.
Claudio era joven, esbelto, alto, de mirada penetrante , buen conversador y
brillante. Desde que entró a la universidad hacía 2 semestres, se había
distinguido por su buen promedio y por participar en actividades
extracurriculares cantando en eventos musicales y culturales.
La universidad central fue para él undescubrimiento sorpresivo y alucinante.
Se le presentó como el medio perfecto para poder ser lo que era, un loco
amante de los libros, del arte y de la libertad. Allí se topó con la rivalidad, con
la competencia, con la lucha por ser el mejor, cosas que lo complacían, que
alimentaban su espíritu y que lo volvían un animal sagaz y astuto, rey en una
selva indómita y en extremo atractiva.
Enesta lucha continua, en este ambiente donde se sabía certero, encontró
sin proponérselo el motivo que derrumbaría su aparente tranquilidad y que le
mostraría cuáles eran sus límites y cuanto desconocía de sí mismo.
Desde ese místico 3 de agosto no pudo desprenderse de flora. Su olor, su
cabello negro, su delgada figura, sus ojos cafés encendidos, su andar
rápido, su rostro delicado y tierno,...