sandy
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Fue durante la fiesta de unCongreso de Letras cuando un ensayista tuvo la revelación que le hizo cambiar su vida. Entre el humo de cigarrillos, discusiones semióticas y una mujer ebria que a lo lejos bailaba concluyó que de no serpor el ansia de sexo ocasional y por Juan Rulfo, no tendría nada en común con esas personas. El súbito ruido de conversaciones inconexas le hizo cuestionarse si en verdad tenía algo que platicar conellos. La chica más atractiva de la fiesta casi lo abofeteó cuando confundió a Subirats con Saborit, pero eso no los hizo siquiera un poco enemigos. Entonces pensó que Jonathan Franzen tenía razóncuando dijo: “La primera lección que enseña la lectura es a estar solo”.
¿Cómo diablos hablar de literatura en estas circunstancias?, pensó, ¿qué hacer cuando de las 40 ponencias de un Congreso, 39habían hablado de libros que él nunca había leído? Mientras recordaba los extensos títulos con que los estudiantes apelaban a la objetividad, pensó que después de todo ellos sí tenían un territorio encomún: la teoría literaria. Ante el universo en expansión de autores y obras, de libros imprescindibles que se publicaban cada hora, siempre estaban Genette y aquel muchacho Bajtin para rescatarlos....
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