Saul
Me sospecho que desde hace tiempo los anuncios de lalibrería Gandhi irritaban a un sector conservador de la sociedad; para los puritanos los libros han sido siempre un instrumento inquietante para la juventud, utensilios portadores de ideas exóticas,potencialmente soliviantadoras. Para la intolerancia no hay mayor incomodidad que la sensación de que las ideas peligrosas se infiltren a escondidas, fuera de la supervisión del controlador. Eso y,claro, el desprecio hacia la lectura.
En mi infancia descubrí que el mejor alivio para la soledad era la compañía de un libro. Hasta la fecha tan pronto me encuentro solo, siento el impulso deponerme a leer aprovechando la impunidad. Me explico. Durante mi preadolescencia siempre que mi padre me encontraba tumbado leyendo algún Robinson Crusoe o un Miguel Strogoff , invariablemente espetaba un"ponte a hacer algo útil". No había excusa de "ya hice la tarea" que valiera. Para algunos la lectura es una actividad asociada con la holgazanería. Esos mismos padres que veían en hijos lectoresinclinaciones parasitarias, no tuvieron luego empacho alguno en conectar a la nana-televisión a las siguientes generaciones. Ya lo dice un anuncio de Gandhi, casualmente: "Cuatro horas diarias de...
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