Ser conchero... una experiencia de vida

SER CONCHERA… UNA EXPERIENCIA DE VIDA
“… y se dice que peleaban en el Cerro de San Gremal, hoy Querétaro, indios y españoles con gran encono y ferocidad, corriendo sangre hasta el arenal, ambos ejércitos ya estaban muy diezmados, cuando de un relámpago celestial bajó en su caballo Señor Santiago, al que mas tarde llamaron el “Correo de los 4 vientos” quien detuvo la matanza al grito “ÉL ESDIOS”… fue entonces que vieron que en el cielo se formaba una gigantezca cruz, perfectamente delineada, sobre sus cabezas y enseguida entendieron que ella regiría sus vidas… por eso entre los concheros, este grito no sólo es un saludo, sino una frase que encierra un convenio… danzar como forma de vida…” (Declaración de un danzante queretano recopilada por Gabriel Mohedano)
Soy Virginia AguilarMendoza, danzante conchera desde los 15 años, no por herencia parental, sino por elección personal y estoy aquí para compartirles mi historia…
Ya escuchamos lo que los investigadores han recopilado en su trayectoria respecto a la organización y comportamiento de los concheros como una célula digna de estudio, ya que prevalece en nuestros días a pesar de los embates de aculturación permanente quetenemos como sociedad sumergida en la globalización, sin embargo, vale la pena conocer una realidad que vivimos algunos concheros, ya que, hoy por hoy, estos embates aculturantes han dado lugar a una diversificación tan amplia y variada, que cada comunidad conchera podría contar su propia historia, donde si bien compartimos orígenes, la práctica actual tiene sus notables diferencias.
Y bueno, si bienes cierto que no nací en el seno de una familia conchera, ¿cómo es que hoy me ostento como Capitana Segunda de esta tradición?, he aquí mi historia…
En 1975, ingreso como estudiante a la actual Benemérita Escuela Nacional de Maestros, esto como resultado de una mala orientación vocacional que les dieron a mis padres, ya que mi interés personal era ser maestra de danza folklórica, gusto quedescubrí durante el tercer año de secundaria, pues en ese año incursionaron dicha materia, impartida por una mujer que supo despertar en mi ese gusto por bailar, sin embargo la “desorientadora” del plantel, dijo a mis padres que esa era una especialidad, que antes debía ser maestra general y ello me llevó a mi ahora, alma mater.
Movida por el interés original de ser maestra de danza, lo primero quehice fue entrevistarme con mi profesor asignado, un señor… como describirlo… hasta cierto punto “extraño”, ya que no coincidía con la descripción ni características de mi primera mentora en la materia y es que mientras que aquélla era esbelta y estilizada hasta para caminar, éste era chaparrito, llenito y lo mas curioso, con las piernas “corvas”, su nombre, EDUARDO RUIZ, su salón era de color verdeagua y de los techos pendían estandartes con símbolos prehispánicos, además al término de las clases siempre el retumbar de lo que yo llamaba un “tambor alto de madera labrada” irrumpía el bullicio de los jóvenes estudiantes y ahí, ante un grupo de jóvenes de diferentes grados y grupos que se reunían en su salón, el profesor con una “mandolina extraña” (porque tenía un caparazón de armadillo comocaja de percusión) la tocaba mientras hacía pasos “malabarezcos” (pensaba yo), pues entre suaves impulsos de elevación, caía sobre el canto externo de sus pies, sometiéndolos a flexiones que obligaban a realizar rápidos cambios en cruces o giros… verlo danzar era cautivante, pues su agilidad y destreza hacían desaparecer su entonces por mi calificada, su apariencia extraña, dejando paso a laimagen de un danzante que teniendo como acompañante musical las cuerdas y las percusiones, tejía sofisticadas figuras con los pies y el cuerpo, aunada a una especial expresión en el rostro…
Cuando le platiqué mis expectativas, sonrió y me dijo que ya era demasiado tarde, pues lo que debía haber pasado es que yo ingresara a la Escuela Nacional de Danza Folklórica desde la secundaria, que lo único...