Si El Concreto De La Misma Es De

Páginas: 496 (123975 palabras) Publicado: 14 de junio de 2012
COMETAS EN EL CIELO

Khaled Hosseini

T í tulo original: The Kite Runner Traducci ó n: Isabel Murillo Fort Copyright © Khaled Hosseini, 2003

Copyright de la edición en castellano © Ediciones Salamandra, 2003

Publicaciones y Ediciones Salamandra, S.A. Almogavers, 56, 7o 2a - 08018 Barcelona - Tel. 93 215 11 99 www.salamandra.in fo

Esto es una copia de seguridad de mi librooriginal en papel, para mi uso personal. Si ha llegado a tus manos, es en calidad de préstamo, de amigo a amigo, y deberás destruirlo una vez lo hayas leído, no pudiendo hacer, en ningún caso, difusión ni uso comercial del mismo. IBN: 978-84-7888-885-6

Dep ó sito legal: NA-302-2008 1ª edición, junio de 2004 6ª edici ó n, febrero de 2008 Printed in Spain Impreso y encuadernado en: RODESA – Pol. Ind.San Miguel. Villatuerta (Navarra) Edición digital: Adrastea, Abril 2008

Este libro est á dedicado a Haris y Farah, noor de mis ojos, y a los ni ñ os de Afganist á n.

1
Diciembre de 2001

Me convert í en lo que hoy soy a los doce a ñ os. Era un fr í o y encapotado d í a de invierno de 1975. Recuerdo el momento

exacto: estaba agazapado detr á s de una pared de adobe desmoronada,observando a hurtadillas el callej ó n pr ó ximo al riachuelo helado. De eso hace muchos a ñ os, pero con el tiempo he descubierto que lo que dicen del pasado, que es posible enterrarlo, no es cierto. Porque el pasado se abre paso a zarpazos. Ahora que lo recuerdo, me doy cuenta de que llevo los ú ltimos veintis é is a ñ os observando a hurtadillas ese callej ó n desierto. Mi amigo Rahim Kan me llam ódesde Pakist á n un d í a del verano pasado para pedirme que fuera a verlo. De pie en la cocina, con el auricular pegado al o í do, yo sab í a que no era s ó lo Rahim Kan quien estaba al otro lado de la l í nea. Era mi pasado de pecados no expiados. En cuanto colgu é , sal í a dar un paseo por Sprekels Lake, en la zona norte de Golden

Gate Park. El sol de primera hora de la tarde centelleaba enel agua, donde docenas de barcos diminutos navegaban empujados por una brisa vivificante. Levant é la vista y vi un par de cometas rojas con largas colas azules que se elevaban hacia el cielo. Bailaban por encima de los á rboles del extremo oeste del parque, por encima de los molinos de viento. Flotaban la una junto a la otra, como un par de ojos que observaran San Francisco, la ciudad que ahoradenomino « hogar » . De repente, la voz de Hassan me susurr ó al o í do: « Por ti lo har í a mil veces m á s. » Hassan, el volador de cometas de labio leporino. Me sent é junto a un sauce en un banco del parque y pens é en lo que me hab í a dicho Rahim Kan justo antes de colgar, como si se tratara de una ocurrencia

de ú ltima hora. « Hay una forma de volver a ser bueno. » Alc é de nuevo lavista en direcci ó n a las cometas gemelas. Pens é en Hassan. Pens é en Baba. En Al í . En Kabul. En la vida que hab í a vivido hasta que lleg ó el invierno de 1975 y lo cambi ó todo. Y me convirti ó en lo que hoy soy.

2
De peque ñ os, Hassan y yo sol í amos trepar a los á lamos que flanqueaban el camino de entrada a la casa de mi padre para molestar desde all í a los vecinos colando la luz delsol en el interior de sus casas con la ayuda de un trozo de espejo. Nos sent á bamos el uno frente al otro en un par de ramas altas, con los pies desnudos colgando y los bolsillos de los pantalones llenos de moras secas y de nueces. Nos turn á bamos con el espejo mientras nos com í amos las moras, nos las lanz á bamos, jug á bamos y nos re í amos. Todav í a veo a Hassan encaramado a aquel á rbol,con la luz del sol parpadeando a trav é s de las hojas e iluminando su cara casi perfectamente redonda, una cara

parecida a la de una mu ñ eca china tallada en madera: ten í a la nariz ancha y chata; sus ojos eran rasgados e inclinados, semejantes a las hojas del bamb ú , unos ojos que, seg ú n les diera la luz, parec í an dorados, verdes e incluso de color zafiro. Todav í a veo sus...
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