Superrr

Capitulo 5
Santiago se levanto con la pata izquierda. Era evidente, era sábado. Para compesar los desayunos anárquicos y más bien insustanciales del resto de la semana, motivados por sus horarios detrabajo y por el del instituto, mis padres organizan una especie de banquete doméstico en el que los cereales, los zumos la leche, la bollería, la fruta fresca, las tostadas, la mantequilla y loshuevos revueltos de papá llenan la mesa de platos y olores.
Todas las interrogaciones importantes del universo quedaban en un peldaño por debajo de la primordial, que resonaba en mi cabeza con furia demartillazos y con terquedad de gotera: ¿qué demonios había en aquel pozo?
-Sé que escondes algo allí, abuelo -dije en susurros-, y mañana descubriré de qué se trata. Pero mañana no llegaba nuca.Capítulo 6

Después del larguísimo viaje a Canilla, y conseguir ver el pozo de la casa donde vivía el abuelo, ¡Bingo! Bajo una fina capa de polvo, pude comprobar que cada ladrillo tenía grabado elnúmero: el 17, el 36, el 23, el 39, el 44, el 9, el 12 y el 57. Ocho números en total. Era evidente que el que le interesaba era el 9, porque los demás no estaban en la tarjeta. Pero, por si las moscas,cogió un hierro que estaba apoyado en la pared y los arrancó todos, uno a uno, con todo el cuidado del mundo para que no se cayesen en el interior del pozo.
Capítulo 7
Santiago adora los puzles,porque le ayudan a relajar la mente, o fomentar el ejercicio de observación y a algo que tiene más bien escaso: la paciencia. Su profesora de literatura dice que también sirven para la organizaciónmental y argumental de los futuros escritores, porque los habitúa a construir mundos a base de encajar las piezas.
El plan que pondría en práctica al día siguiente necesitaba una larga preparación, asíque dejé que transcurriera una hora para que mis padres se metieran en la cama. Luego, buscó el sobre donde guarda los ahorros, puso a cargar su teléfono móvil y conectó el despertador. Tenía que...