Tareas

El Hombre y el Soldado.
El Capitae observaba con detenimiento la escena, pero se mantenía firme en presencia de Pilatos, como debería de ser. Más de cien soldados bordeaban el palacio y afuera, en gritos de multitud se lograba escuchar. –¡Queremos a Barrabas, suelten a Barrabas, Barrabas!
Todo se tornaba más delicado. El acusado era un hombre al cual llevaban persiguiendo por mucho tiempo. Elmismo Capitae había comandado una misión en busca de información sobre él.
Después de que el silencio sobrepaso el minuto, Pilatos se levanto de su orondo asiento y posándose enfrente del acusado le preguntó. –Entonces, ¿Tú eres el hijo de Dios?
Y sencillamente, el hombre respondió. –Tú eres el que lo dice.
Dicho eso, el Capitae recordó, profundo en sus recuerdos, una experiencia que le dejo enclaro una cosa.
…

–¡Bienvenidos a Jerusalén, virumitas! –Grito el Jefe de la formación militar. –Espero que el viaje desde Judea no les haya caído mal, porque si fue así, ustedes no duraran ni una sola puesta de sol en estas tierras.
La formación de los Virumitas era un tanto peculiar. Mientras que el palacio romano se alzaba majestuosamente en medio de la santa Jerusalén, la formación demilitares se encontraba estática en una sola línea en los patios traseros de práctica.
–¡Ustedes son los Virum sanguinum! –Volvió a gritar el jefe militar mientras que caminaba de un lado al otro frente a la formación –Son grandes guerreros romanos. Entrenados por los grandes generales de las Ágoras y expertos en la guerra. Si las batallas romanas dependieran de ustedes, tendríamos diez veces másterritorio del que tenemos ahora. –y después agrego mientras que fruncía el seño. –Pero ustedes aquí…aquí no son más que ratas.
Una nube atravesó los cielos y cubrió la luz del sol. Una mancha oscura cubrió el patio de entrenamiento. Nuevamente el general hablo. –Aquí yo soy quien da las órdenes, aquí yo soy el Capitae y harán lo que yo les ordene. –Rudo. Al Capitae le gustaba ser rudo, pero esoestaba bien, ya que a los Virum sanguinum los habían entrenado a sangre fría. Después de de que el general marco su puesto de poder, se poso frente al portón del patio y señalo la puerta. –Detrás de esa puerta se encontraran con uno de los pueblos más hostiles de muchas regiones a los que antes hayan acudido. Se les envió aquí por una misión sumamente importante. –hizo una pausa y continuó. –Losíndices de revelación civil han aumentado desde los pasados ocho meses. El pueblo judío se está levantando en contra del ejército romano y ya no le respetan, les ponemos represarías, pero al día siguiente vuelven a hacer lo que quieren. Al principio no sabíamos de donde sacaban fuerza ni de donde surgía su inspiración, pero hace un par de meses se envió a un grupo de militaris para que averiguaran quecarajos estaba pasando con esas cucarachas judías y lo que descubrimos fue algo un tanto inusual. –Hubo una segunda pausa y el Capitae hablo más seriamente. –En el pueblo reside un tal Jesús de Nazaret. Hijo de un carpintero de nombre José y de una mujer llamada María. El sujeto es todo un misterio, pero sabemos bien que es él quien ínsita al pueblo a que se revelen en contra de nosotros. Nosabemos por qué hace lo que hace, pero se junta con los enfermos, prostitutas, recaudadores y pordioseros. A tomado fama y todo mundo habla que es el mesías y que liberara al pueblo judío. El Sanedrín nos comunicó que ordenáramos una misión secreta en la que ustedes estaban involucrados. –El general los miro a cada uno por separado. Firmes, cual estatuas se presentaban los Virumitas. Prosiguió.–ustedes se infiltraran en el pueblo y seguirán todos y cada uno de los pasos de ese tal Jesús. Nos hemos dado cuenta que tiene un grupo de seguidores que lo protegen y siempre lo vigilan, son doce y en ciertas ocasiones los hemos visto merodeando cerca del palacio, también les seguirán la pista a ellos.
Algunos de los virumitas se quedaron un poco extrañados de la situación que se les presentaba...