There is no longer a winter palace
Páginas: 19 (4576 palabras)
Publicado: 25 de enero de 2011
“There is no longer a Winter Palace”
Michael Hardt.
Sentado, en un silencio pacífico, reposaba en el Salón de los Espejos, cuando entré, uno de los de los hombres más polémicos de la última década del siglo. Tenía las delgadas piernas cruzadas y terso el pantalón se encogía hasta mostrar un calcetín oscuro acanalado. Se adivinaba un tobillo huesudo cuando él, Francis Fukuyama, se levantó,caminó hacia mí, me tendió la mano y pronunció humildemente su nombre. Aunque no lo percibí en aquel momento, cuando ahora repaso las fotos de la cita encuentro en su tamaño minúsculo y su cabeza desproporcionada los rasgos de un niño asiático. A sus 55 años ya, no lo era, por supuesto. También su fragilidad resultaba sólo aparente: casi veinte años después del artículo y el libro que lo hicieroncélebre el combate constante y el acoso de sus multitudinarios adversarios no lo habían doblegado; se habían consumido ya dos décadas y él –carentes de vigor sus gestos y el cansancio pintado en rostro, por el fulminante viaje quizá– continuaba aclarando sus opiniones pasadas, despreciando algunas de las ideas que falsamente le atribuyen, y reparando la armadura hendida por sus detractores. Entoncesle hice una de las últimas preguntas. Cómo se sentiría, después de haber cambiado de postura, al examinar las ideas que había sostenido en el pasado. La había diseñado para provocar un contrapunto sentimental.
Su respuesta se apartó del efectismo que yo deseaba y fue calculadamente cerebral.
⎯It all depends, dijo con cierto hastío. For some things I've changed my mind. And for some others Ihaven't … Well, the fundamental things that I have talked about in my career⎯For example I'm always getting asked about the End of History hypothesis and how I feel about that. And I think that it is still fundamentally correct that democracy remains the only systematic form of legitimacy that is out there in the world. The only way that you could organize a modern society.
Yo estaba trémulopese a su frialdad: “The End of History hypothesis”: Resonaban esas palabras en el multiplicador Salón de los Espejos como habían retumbado en el mundo cuatro lustros atrás. La del fin de la Historia era sin duda su idea más elegante y controvertida. Y sin embargo algo no encajaba porque todo parecía encajar demasiado bien. Su hipótesis sonaba más sensata que nunca, aunque menos provocadora. Alsalir, revisé unos libros: si era eso lo que había querido decir hace 20 años, nadie lo había entendido. O más bien no lo había dicho. En realidad, ahora parecía proteger su legado convirtiendo un vaticinio político en una sentencia moral. En The End of History, el artículo de 1988 que unido al libro casi homónimo que apareció después del derrumbe del muro de Berlín causó más revuelo casi que lapropia decadencia del comunismo, no sólo declaraba victoriosa la ideología liberal, sino que vaticinaba que ese triunfo era definitivo, irreversible y universalmente benefactor. Más tarde llegaría a decir que “el fin de la Historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar susvidas en ese tipo de batallas”, pero en aquel texto más comedido del 88 ya había escrito: “El siglo que comenzó lleno de confianza en el triunfo que al final obtendría la democracia liberal occidental parece, al concluir, volver en un círculo a su punto de origen: no a un "fin de la ideología" o a una convergencia entre capitalismo y socialismo, como se predijo antes, sino a la impertérrita victoriadel liberalismo económico y político”; y “Lo que podríamos estar presenciando no sólo es el fin de la guerra fría, o la culminación de un período específico de la historia de la posguerra, sino el fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano”.
Lo...
Michael Hardt.
Sentado, en un silencio pacífico, reposaba en el Salón de los Espejos, cuando entré, uno de los de los hombres más polémicos de la última década del siglo. Tenía las delgadas piernas cruzadas y terso el pantalón se encogía hasta mostrar un calcetín oscuro acanalado. Se adivinaba un tobillo huesudo cuando él, Francis Fukuyama, se levantó,caminó hacia mí, me tendió la mano y pronunció humildemente su nombre. Aunque no lo percibí en aquel momento, cuando ahora repaso las fotos de la cita encuentro en su tamaño minúsculo y su cabeza desproporcionada los rasgos de un niño asiático. A sus 55 años ya, no lo era, por supuesto. También su fragilidad resultaba sólo aparente: casi veinte años después del artículo y el libro que lo hicieroncélebre el combate constante y el acoso de sus multitudinarios adversarios no lo habían doblegado; se habían consumido ya dos décadas y él –carentes de vigor sus gestos y el cansancio pintado en rostro, por el fulminante viaje quizá– continuaba aclarando sus opiniones pasadas, despreciando algunas de las ideas que falsamente le atribuyen, y reparando la armadura hendida por sus detractores. Entoncesle hice una de las últimas preguntas. Cómo se sentiría, después de haber cambiado de postura, al examinar las ideas que había sostenido en el pasado. La había diseñado para provocar un contrapunto sentimental.
Su respuesta se apartó del efectismo que yo deseaba y fue calculadamente cerebral.
⎯It all depends, dijo con cierto hastío. For some things I've changed my mind. And for some others Ihaven't … Well, the fundamental things that I have talked about in my career⎯For example I'm always getting asked about the End of History hypothesis and how I feel about that. And I think that it is still fundamentally correct that democracy remains the only systematic form of legitimacy that is out there in the world. The only way that you could organize a modern society.
Yo estaba trémulopese a su frialdad: “The End of History hypothesis”: Resonaban esas palabras en el multiplicador Salón de los Espejos como habían retumbado en el mundo cuatro lustros atrás. La del fin de la Historia era sin duda su idea más elegante y controvertida. Y sin embargo algo no encajaba porque todo parecía encajar demasiado bien. Su hipótesis sonaba más sensata que nunca, aunque menos provocadora. Alsalir, revisé unos libros: si era eso lo que había querido decir hace 20 años, nadie lo había entendido. O más bien no lo había dicho. En realidad, ahora parecía proteger su legado convirtiendo un vaticinio político en una sentencia moral. En The End of History, el artículo de 1988 que unido al libro casi homónimo que apareció después del derrumbe del muro de Berlín causó más revuelo casi que lapropia decadencia del comunismo, no sólo declaraba victoriosa la ideología liberal, sino que vaticinaba que ese triunfo era definitivo, irreversible y universalmente benefactor. Más tarde llegaría a decir que “el fin de la Historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar susvidas en ese tipo de batallas”, pero en aquel texto más comedido del 88 ya había escrito: “El siglo que comenzó lleno de confianza en el triunfo que al final obtendría la democracia liberal occidental parece, al concluir, volver en un círculo a su punto de origen: no a un "fin de la ideología" o a una convergencia entre capitalismo y socialismo, como se predijo antes, sino a la impertérrita victoriadel liberalismo económico y político”; y “Lo que podríamos estar presenciando no sólo es el fin de la guerra fría, o la culminación de un período específico de la historia de la posguerra, sino el fin de la historia como tal: esto es, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano”.
Lo...
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