Un criminal
El acusado es pálido y lampiño.
Arde en sus ojos una fosca lumbre,
que repugna a su máscara de niño
y además de piadosa mansedumbre.Conserva del obscuro seminario
el talante modesto y la costumbre
de mirar a la tierra o al breviario.
Devoto de María,
madre de pecadores,
por Burgos bachiller enteología,
presto a tomar las ordenes menores.
Fue un crimen atroz. Hartóse un día
de los textos profanos y divinos,
sintió pesar del tiempo que perdíaenderezando hipérbatons latinos.
Enamoróse de una hermosa niña;
subiósele el amor a la cabeza
como el zumo dorado de la viña,
y despertó su natural fiereza.
Ensueños vio a sus padres-labradores
de mediano caudal-iluminados
del hogar por los rojos resplandores,
los campesinos rostros atezados.
Quiso heredar. ¡Oh, guindos ynogales
del huerto familiar, verde y sombrío,
y doradas espigas candeales
que colmarán los trojes del estilo!
Y se acordó del hacha que pendía
en el muro,luciente y afilada,
el hacha fuerte que la leña hacia
de la rama del roble cercenada.
Frente al reo, los jueces con sus viejos
ropones enlutados;
y una hilerade obscuros entrecejos
y de plebeyos rostros: los jurados.
El abogado defensor perora,
golpeando el pupitre con la mano;
emborrona papel un escribano,mientras oye el fiscal, indiferente,
el alegato enfático y sonoro,
y repasa los autos judiciales
o, entre sus dedos, de las gafas de oro
acaricia los límpidoscristales.
Dice un ujier: “Va sin remedio al palo”.
El joven cuervo la clemencia espera.
Un pueblo, carne de horca la severa
justicia aguarda que castiga al malo.
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