un regalo para julia
Uno dice: le regalo un libro. Uno dice: le regalo cualquier cosa. Pero uno no podía regalarle cualquier cosa. ¿Con qué cara? Ayer, anteayer estaba con la cochinada de Carlos, que por cierto: fuaaa, fuaaa, y lo peor es que no tose y amí en cambio se me salen las tripas. Fuaaa, botaba el humo, y fuaaa estiraba su pata y mataba una hormiga. Se comía un moco. Se estripaba un barro en la nariz, fuaaa, se rascaba la oreja, y después escupía el humo por los ojos, por la nariz, por la boca, por todos lados. Porque lo hace. Juro que sabe fumar. Es verdad. Fuma mejor que nadie. Y entonces te mira y dice: si llego a ser novio de Julia.Pero lo juré. Dije: por Dios santo que no se lo digo, y eso, ¿no?, así que nada. No puedo decirlo. Pero en todo caso cuento que Carlos me dijo que si Julia llegaba a ser su novia, la metía en la bañera, la llenaba de jabón y le hacía esa porquería que juré que no se lo decía a nadie. Lo peor es que yo vengo y salgo y voy a casa de Julia, porque algo tenía que hacer, ¿no?, y llega Julia y me dice asímismito:
—¿Qué vienes a hacer aquí?
Quedé tieso. Después me dice:
—Pasa.
Y pasé. Y después de que pasé me senté y ella puso un disco. Siempre que alguien llega a su casa pone un disco. Después te saluda, te mira, da tres pasos de última moda y después se echa en el sillón, tipo bandida de cine mexicano. Cine mexicano, cine mexicano... ajá:
—Oye —le digo—. Oye Julia, ¿qué tal te cae Carlos?—¿Carlos?
—Sí, Carlos.
—¿Por qué?— cogió una revista de mujeres y modas y eso. Yo me puse a darle tambor a la mesa. Creo que pasamos como un minuto así. Me dijo:
—¿Quieres Cocacola?
Yo no le respondí. Seguí tocando tambor en la mesa. No le respondí porque me molestó que se olvidara que le había hablado de Carlos, que se hiciera la loca con la pregunta que muy bien sabía que yo se la hacía por unmontón de cosas que ella sabía muy bien que yo sabía. O sea eso. O sea nada, supongo que se entiende, ¿no? Bueno. Me vuelve a preguntar:
—¿Quieres Cocacola?
Y yo:
—Te pregunté por Carlos.
—No me acuerdo— dijo.
—Yo sí— le dije—. Y muy bien.
—Bueno. ¿Qué cosa?— dijo.
—Eso que tú sabes— le dije.
—Yo no sé nada, Juan— me dijo. Y cuando la miré estaba viendo la revista.
—Bueno, Julia.— Yotenía que hacer algo. Sabía que tenía que hacer algo—. Oye: imagínate que Carlos te regala el disco que estamos oyendo.
—¿Qué cosa?
—El disco
—¿Qué disco?
—Nada— le dije.
Nunca lo entienden a uno. Yo seguí tocando el tambor y ella se levantó del sofá, dio un brinquito, se pasó la mano por el pelo y me preguntó:
—¿Qué dijiste de Carlos?
Nunca. Nunca entiende. Yo le dije que nada, que se sentara,y ella me sonrió y se sentó. Cuando se sentó, me sonrió. Cuando eso pasa, cuando me sonríe, entonces yo aprovecho para verle la boquita, esos dos gajitos de naranja, porque es así: tiene dos gajitos de naranja, y sé por ejemplo que el labio de arriba, cuando se separa del de abajo, parece que le diera miedo dejarlo solo, y entonces tiembla un poquito, no mucho, un poquito solamente y entonces sele acerca y lo acompaña un poco y entonces entre los dos gajitos sale como un juguito que le mancha un poco las arruguitas de los labios y entonces yo siento un mareo y algo como un chicle entre las muelas y ella se me queda mirando y me dice:
—¿Qué te pasa?
Y despierto. Sé que nunca sería capaz de agarrarle la mano, nunca. Pero sabía, estaba convencido, como nunca, que tenía que hacer...
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