Una Boda Conveniente

Una boda conveniente
Anna Herries
Serie Escándalos de sociedad

 Capítulo 1
Octubre, 1811
— ¡Valor, Beatrice! ¿Vas a dejar que te asusten los cuentos de brujas ydragones? No son más que tonterías —se respondió a sí misma, consciente de que estaba hablando en voz alta—. Papá se avergonzaría de ti si te viera.
Beatrice se estremeció y se apretó el manto contra su cuerpo para impedir que elviento se lo arrebatara. Se acercaba a las puertas de la abadía Steepwood desde el pueblo de Steep Abbot, que se apiñaba junto a los derruidos muros de la abadía, justo donde el río se adentraba en sus tierras.
En el pueblo que dejaba a sus espaldas se respiraba la tranquila belleza de los árboles, cuyas frondosas ramas acariciaban los bordes de un estanque idílico en el curso del río. Delantede ella se levantaba la forma achaparrada de la vieja abadía; sus tierras se habían convertido en un páramo desolado. Nunca fue un lugar muy agradable, pero al caer la noche se envolvía de un ambiente amenazador, producto de las mentes supersticiosa.
— No hay de qué tener miedo —se dijo a sí misma mientras miraba el camino a oscuras—. ¿Cómo era aquello que dijo el maestro Shakespeare? ¡Ah,sí! «Nuestros miedos nos convierten en traidores». No traiciones tus propias convicciones, Beatrice. Todo esto no son más que habladurías y supersticiones...
Pero se contaban demasiadas historias sobre aquel lugar, y todas ellas resultaban escalofriantes. La tierra había sido cedida a los monjes en el siglo XIII, y la abadía se había levantado en una bonita zona boscosa que bordeaba el río Steep. Losorígenes de la misma se perdían en la leyenda y el misticismo, y según la creencia popular aquél había sido el emplazamiento de un templo romano. Algunas de las historias sobre los sucesos acaecidos en la abadía bastarían para hacer palidecer a los hombres más valientes .
Por lo tanto, quizá no fuera tan sólo la brisa otoñal lo que hacía estremecerse a Beatrice de aquel modo.
— ¡Eres una estúpida!Estamos en otoño y anochece más temprano —se reprendió—. Tendrías que haber salido media hora antes.
Era la cuarta semana de octubre, en el año de Nuestro Señor 1811, y las noches empezaban mucho más rápido de lo que Beatrice hubiera creído posible. Debería haber emprendido al menos media hora antes el camino de vuelta a casa, emplazada en la pequeña aldea de Abbot Giles.
A ninguna de lasmujeres sensatas que vivían en una de las cuatro aldeas que rodeaban la abadía se les habría ocurrido atravesar aquellas tierras después de ponerse el sol. Y desde que el marqués de Sywell se instalara allí dieciocho años antes, tampoco se hubieran atrevido a cruzarlas de día.
Beatrice Roade, sin embargo, estaba hecha de una pasta más dura. A sus veintitrés años se había convertido en una solteraempedernida, sin la menor esperanza de casarse algún día. Era una mujer alta y bien formada, con unos andares que hacían gala de su salud y firmeza. Atractiva, derasgos fuertes y clásicos, con unos ojos verdes fascinantes y unareluciente melena castaña, tenía un sentido del humor agudo e inteligente que desconcertaba a los escuderos del pueblo.
—La señorita Roade... —solían decir de ella cuando laveían paseando entre las cuatro aldeas— es muy seria y estudiosa. Y en cuanto a su aspecto... Bueno, a su hermana, la señorita Olivia, no le llega ni a la suela de los zapatos. ¡Ella sí que es una belleza!
¡Y eso lo decían unos hombres que apenas habían tenido un vistazo fugaz de la señorita Olivia en los últimos quince años! Pero la señorita Olivia había heredado los rasgos de su madre, y ellasí que había sido realmente hermosa. Por el contrario, Beatrice Roade había heredado los rasgos de su familia paterna, y era más conocida por su sensatez que por su belleza.
Entonces, ¿qué estaba haciendo la sensata Beatrice en la puerta de Steepwood, una verja oxidada que había permanecido abierta e inservible durante tantos años? ¿Realmente estaba pensando en tomar un atajo?
Los que se...