Yo Bohemio

YO BOHEMIO. Por Diego Moreno.
En la rivera izquierda del río Sena, en Paris, están los que piensan (penser). En la derecha, los que gastan (déspénser). El río es un bisturí que separa el tejido social parisino que el juego de palabras en francés contrapone.
El de pensar, es el distrito de escritores, artistas, filósofos, inventores y luchadores sociales. El de gastar, es el de millonarios,aristócratas, burgueses. El establishment. Del lado izquierdo están los Cafés de Saint Germain-des-Prés, los de Montparnasse y los del Barrio Latino que se hicieron muy populares entre guerras. Del lado derecho están los lujosos cafés de los Grandes Bulevares establecidos desde el siglo XIX: Le Fouquet’s, Café de la Paix, Le Boeuf sur le Toit, el Ma Bourgogne y el Prunier
Los cafés de Paris sonolores de perfumes costosos, vino, cerveza, brandy, el acre del tabaco, de las castañas tostadas, del café negro y los misteriosos licores de cientos de intoxicantes colores. Es el lugar de la tersa piel de mujeres perfumadas.
Si los franceses han sido excelsos en el arte de vivir, una de las expresiones más visibles de ese arte es el café. Ahí puede uno sentarse horas sin ser molestado por elimpaciente mesero en razón de que existe una ley desde tiempos de la revolución francesa que protege la permanencia indefinida consumiendo una sola taza de café. Es la razón por la cual fue tan popular entre artistas, refugiados políticos y revolucionarios que no tenían donde pasar la noche. Podían quedarse a dormir sentados.
Pero la poesía y los olores, los Gauloises y el expresso no son la únicaexplicación de la centralidad del café en la textura de la vida de Francia. Los cafés satisfacen algunas de las necesidades básicas de la vida: café, cigarrillos, sanitarios, teléfonos y periódicos. Pegar estampillas a postales en una silla en la banqueta donde se disfruta del espectáculo maravilloso de ver gente diversa.
El primer café de París fue probablemente Le Procope abierto en 1675por un siciliano quien ayudó a convertir a Francia en una sociedad bebedora de café. Sentarse en un café tiene un ritmo diario. Un café y un croissant en el Dóme cargan las baterías para una mañana escribiendo, tomando clases de arte, visitando un museo o pasando al banco. Puede encontrarse con un amigo en el Brasserie Lipp al medio día para una comida ligera. Luego de una tarde de trabajo depurandola página escrita por la mañana, se pasa al Deux-Magots para llegarle a un aperitivo. Después pasear por la plaza de Saint Germain-des-Prés. Entre 8 y 9 de la noche cenar en un pequeño restaurant y terminar la jornada en el Closerie des Lilas. Tiempo para sentarse y contemplar, soñar y observar la vida. Tiempo para garrapatear notas que mañana pueden ser útiles. Tiempo para discutir. Incluso losruidosos, multitudinarios momentos nutren con arte y literatura. Los cafés traen artistas como compañeros, inspiración, influencia y negocios. Traen luchadores sociales. No sorprende que ellos hayan sido los sitios asiduos de Rabelais a Verlaine, de Sartre y Beauvoir, de Lenin y Picasso, de Lin Piao y Ho Chi Minh, de Benjamin Franklin y Thomas Jefferson. Todo artista y escritor francés oexpatriado fluye como aprendiz de un café a otro. Simone Beauvoir escribió en Le Select. Ernest Hemingway escribió cuentos en Closerie des Lilas. Leon-Paul Fargue pasaba desde el atardecer hasta el amanecer de todos los días en Café de Flore. Anais Nin decía “las horas que he pasado en cafés son las únicas que recuerdo haber vivido, aparte de escribir”. Uno de los más memorables pasajes en los escritos deHemingway relatado en “Paris era una Fiesta” suceden en las primeras páginas cuando se detiene en un café en Plaza St-Michel, cuelga su gabardina y su sombrero, ordena un café con leche, saca su libreta de notas, lápiz, y escribe una historia desarrollada en Michigan. Captura la cálida atmósfera, calentada más tarde con ron de Martinica y la inspiración de una bella chica sentada sola junto a...