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Nunca me ha preocupado mi aspecto. Siendo una mujer, he recibido muchas críticas por no querer arreglarme o por utilizar año tras año la misma ropa, sin desecharla hasta que se estropea. No me preocupan las modas, tengo mi propio estilo, y si no coincide con el gusto de los demás, es problema de ellos, no mío.
Tal vez haya influido el que nunca haya tenido un físico muyagraciado. Soy fea, y punto. Tengo un acusado sobrepeso, mi pelo, de un castaño oscuro, es lacio y fino, y cae a plomo enmarcando una cara redonda, con ojos pequeños, cejas anchas y muy pobladas y labios finos. Mi cara está plagada de pecas esparcidas de forma desordenada, no esas pequitas graciosas que se acumulan en la nariz y las mejillas y dan aspecto de niña traviesa y encantadora. Las míasparecen manchas de tinta esparcidas de forma aleatoria por toda la cara, sin orden ni concierto. Además soy miope, o mejor dicho muy, muy miope. Y llevo gafas: sinceramente odio las lentillas.
Soy la cuarta hija después de tres hermanos varones. Mi madre murió cuando yo apenas tenía diez años de edad, y mi padre no se interesó demasiado por mí, estaba demasiado ocupado. Mis familiares femeninas máscercanas eran dos tías solteras y beatas, que se pasaban la vida trabajando para la parroquia. Probablemente un psicólogo diría que me faltaba un modelo femenino. Así que cuando me trasladé a Madrid a estudiar, lo que los demás se encontraron era una chica gorda, nada agraciada, y para colmo, empollona.
Si señor, empollona. O mejor dicho: muy inteligente. Porque vamos a ser sinceros, nonecesitaba estudiar mucho para conseguir buenas notas. Como en mi pueblo no había mucho que hacer, me dedicaba a estudiar, a leer, a escribir a ratos, todas actividades que podía realizar yo sola, sin necesidad de renunciar a mi propio mundo. Mis notas eran excelentes, no hablaba en clase, siempre tenía los deberes hechos. Eso no me hizo muy popular entre mis compañeros de instituto. Pero como ya os hedicho, si no gusto, es problema de los demás, no mío. De hecho yo estoy encantada conmigo misma.
Bueno, en realidad debería decir que estaba encantada. Hasta hace poco tiempo mi vida me parecía perfecta. Soltera, con un buen trabajo, vivía sola, y viajaba con frecuencia, porque es algo que me encanta. Y lo hacía sola la mayoría de las veces, porque así no tenía que plegarme a los gustos o a lasnecesidades de otra persona. Pero desde hacía un tiempo esto no me parecía bastante.
Todo empezó en mi último cumpleaños. Cumplí 50 hace unos meses. No hubo una gran fiesta para celebrarlo, mi círculo de amigos es muy restringido. Con los años me he ido separando de los pocos compañeros de la universidad con los que llegué a hacer amistad. En el trabajo estoy bien considerada, pero no tengoprecisamente un club de fans. Mi padre hace ya tiempo que nos dejó, mis hermanos viven en distintas ciudades,ninguno en Madrid, y apenas conozco a mis sobrinos. Así que me vi sola ese día. No debería haberme preocupado. Desde un punto de vista lógico nada diferencia el día en que tienes 49 años y 364 días del día siguiente, pero supongo que la edad me afecta y me está haciendo algo sensiblera. Porprimera vez en mucho tiempo me sentí sola. Era un sábado, no tenía trabajo pendiente y pensé que la ocasión al menos merecía hacer algo especial. Una obra de teatro me pareció un plan aceptable. Casi siempre voy al cine y al teatro sola. Escojo yo lo que quiero ver y a qué hora, y nadie me interrumpe con comentarios, algo que detesto.
Cogí el metro para trasladarme al centro. El trayecto de mi casaal teatro era largo, y cuando me metí en el vagón y me senté, me di cuenta de que había olvidado mi libro. Odio no tener nada que hacer. Durante un momento me dediqué a curiosear el aspecto de mis compañeros de tren, pero no encontré nada interesante. Eran las cinco de la tarde, y había poca gente. Un par de adolescentes hablaban a gritos y se reían histéricamente, un hombre de mediana edad...