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Eric J. Hobsba wm

La Revolución*

A juzgar por el catálogo de la biblioteca del congreso, la bibliografía sobre revolución,
estable en el decenio de 1950, se incremento de forma extraordinaria entre 1960 y mediados de la
década de 1970. Zagorin (1973, pp. 28–29), en su análisis de « un campo vivo y desordenado»,
observa que hay tres formas posibles de afrontar el problema de la revolución.Prácticamente
todo cuanto sabemos de este tema procede de la investigación de revoluciones concretas. Quienes
realizan un estudio comparativo o intentan establecer una teoría general de explicación de la
revolución dependen casi por completo del primer grupo de estudiosos. Es imposible examinar
aquí el ingente numero de trabajos que han realizado, pero podemos hacer tres observaciones
sobre la relaciónde la historiografía de las revoluciones concretas con el estudio comparativo y
general.
En primer lugar, las revoluciones sobre las cuales poseemos una bibliografía seria y
abundante son aquellas que los contemporáneos consideran perturbaciones extraordinarias e
influyentes. Son las «grandes revoluciones», por ejemplo las revoluciones francesas, rusa y china
(cf. Skocpol, 1976, 1979 a, 1979 b), yaquellas que son calificadas como tales por analogía con
ellas de forma retrospectiva y prospectiva. Así, sabemos mas sobre las insurrecciones
antiborbonicas ocurridas en Italia en el Siglo XIX que sobre las guerras carlistas en España,
aunque estas tuvieron mayor transcendencia que las primeras.
En segundo lugar, dado que las «grandes revoluciones» constituyen de ipso el criterio
para juzgar lasdemás, su influencia en la historiagriafia ha sido muy importante. Esa influencia
se ha ejercido, de forma prospectiva, sobre los revolucionarios, los contra revolucionarios y los
científicos sociales; y retrospectivamente, sobre los protagonistas y los historiadores de la
revolución. En definitiva, se han constituido en modelos analíticos. A partir de 1799 se ha
intentado establecer laexistencia de revoluciones por las analogías con el jacobinismo, Termidor
y Bonaparte (Briton, 1938; Bahne, 1967, pp. 74–76; Córdova, 1975, p. 92), y desde 1917 por la
existencia de una conquista del poder como en Rusia, de unos partidos disciplinados de tipo
bolchevique o de tendencias estalinistas. La revolución en China y algunos revoluciones
coloniales llamaron la atención sobre los campesinos y sobrela toma del poder mediante una
prolongada guerras de guerrillas, aspectos que habían tenido muy ecasa importancia en los
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La revolución en la historia, Estudio basado en una comunicación presentada al XIV Congreso Internacional de
Ciencias Históricas, San Francisco, 1975, p. 16–70.

Eric Hobsbaum
análisis anteriores a la segunda guerra mundial. Así, Briton (ed. 1965, pp. 59–60) solo habíadedicado una pagina a los campesinos.
Además, los modelos analíticos surgieron de la selección arbitraria de revoluciones que
formaban parte del universo intelectual de los análisis. La tradición china del cambio
revolucionario no formaba parte de los análisis occidentales, aunque Mao estaba claramente
influido por ellos (Schram, 1967, pp. 127–128; Schram, 1969; Mao Tse Tung, III, 1954, pp. 73–
76). Larevolución mexicana fue ignorada por el mundo. No hay referencia alguna a esa
revolución en el influyente panfleto de Debray (Debray, 1967). La teoría y la practica fueron
eclipsadas por los acontecimientos cubanos de 1956–1959, de escala mucho mas reducida pero
mucho mas “visibles” en el plano internacional. Posteriormente, los observadores críticos han
utilizado el caso de México, reconocidoahora como la primera «gran revolución» de este Siglo,
para cuestionar los modelos recibidos (Aya, 1979, p. 44; Golfrank, 1979).
En tercer lugar, la historiografía de las revoluciones es muy desigual en cuanto a su
cantidad, de forma satisfactoria y accesible, con una tradición de estudio larga y madura, y (Gurr,
1970) o “cuando y por que se rebela el hombre” (Davies, 1971), constituye un...