03 Ochenta melodias de pasion en rojo de Vina Jackson

Páginas: 373 (93094 palabras) Publicado: 13 de noviembre de 2015
Índice
Cubierta
1. Corriendo
2. El sencillo arte de la dilación
3. Solo es rock and roll
4. El Angelique
5. Un cuchillo amargo
6. La playa de Brighton
7. De violines y cámaras
8. Melodías parisinas
9. Las chicas con las chicas
10. Bailarina privada
11. Desnudos en las paredes
12. Un dibujo de Degas
13. Nos llevará el viento
Agradecimientos
Créditos

1
Corriendo

Los latidos de mi corazónmarcaban el ritmo de mis pasos. Central
Park estaba cubierto de blanco. A pesar de la calma que reinaba en
el parque, yo era consciente en todo momento de la ciudad que se
extendía alrededor, como una enorme mano abierta con un pedacito
de verde en medio y los edificios apuntando hacia arriba como
sucios dedos grises en torno a las prístinas y ondulantes capas de
nieve que cubrían el césped.
La nieveera reciente y la oía crujir bajo mis pies, amortiguando
mis pisadas. La ausencia de color en el parque aguzaba mis otros
sentidos y notaba el roce del aire helado sobre mi piel como si fuera
el tacto de algún ser sobrenatural y gélido. Mi aliento se convertía en
vaho que se alzaba frente a mí como volutas de humo y el aire frío
me quemaba la garganta.
Llevaba un mes corriendo a diario, desde queencontré el libro de
Dominik en la Shakespeare & Co. de Broadway. Lo leí de forma
apresurada, aprovechando los raros momentos en que me
encontraba sola en casa, para evitar la mirada vigilante de Simón.
Me resultó extraño leer la novela de Dominik. La heroína se
parecía mucho a mí. Había incluido en sus diálogos algunas de
nuestras conversaciones, describía escenas de mi infancia que yo le
habíacontado, hablaba de lo asfixiante que era la vida cuando
crecías en una ciudad pequeña y de mi deseo de marcharme de allí.
¡Si hasta era pelirroja!
A lo largo de todo el texto reconocí la voz de Dominik con toda
claridad. Sus giros particulares, referencias a sus lecturas y a la
música que le gustaba.

Habían transcurrido dos años desde que rompimos. Tuvimos un
terrible malentendido, yo me dejédominar por el orgullo y corté,
cosa que aún lamentaba. Cuando volví a su apartamento para
intentar aclarar las cosas, él ya se había marchado. Miré por la
rendija de debajo de la puerta y vi una habitación vacía y el correo
amontonado en el suelo. Desde entonces no supe nada de él.
Hasta ese día en que fui a Manhattan a comprarme unas
zapatillas para correr y vi su novela en el escaparate de unalibrería.
Con curiosidad, la abrí para hojearla y quedé alucinada al
encontrarme con que, a pesar de nuestra relación tempestuosa y de
la amarga separación, me la había dedicado a mí: «A S. Siempre
tuyo».
Desde entonces no era capaz de pensar en otra cosa.
Correr era mi forma de expulsar los sentimientos de mi cuerpo.
Especialmente en invierno, cuando el suelo estaba cubierto de nieve
y las callesmás tranquilas de lo habitual. En invierno, Central Park
era como un desierto helado, el único lugar en el que podía escapar
de la cacofonía de la ciudad durante una hora.
También me ofrecía un poco de espacio para pensar, lejos de
Simón.
Él seguía estando al frente de la Gramercy Symphonia, la
orquesta en la que nos conocimos.
Hacía tres años que me había incorporado a la sección de
cuerda, en laque tocaba el violín Bailly que en su día me regaló
Dominik. Simón era el director de la orquesta, y bajo su tutela mi
forma de tocar había mejorado muchísimo. Fue él quien me animó a
probar como solista, me presentó a una agente; ahora ya tenía a mis
espaldas unas cuantas giras y un par de discos publicados.
Nuestra relación empezó siendo profesional, aunque reconozco
que en algunas ocasiones hubocierto coqueteo en los inicios. Sabía
que Simón estaba enamorado de mí e hice muy poco para
desanimar sus sentimientos, pero no ocurrió nada entre nosotros
hasta que me peleé con Dominik. Yo estaba de gira, no tenía casa
propia y el apartamento de Simón, cercano al Lincoln Centre, con el

espacio de ensayo incorporado, parecía la opción obvia, más fácil y
práctica que un hotel.
Pero Dominik...
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