10737274 10203637055350242 130559293 N

El escarchado frío de la densa noche, lo recordaba con algo más de familiaridad y desdén que aquella primera y última vez. Esa noche, esa noche, las nubes lloraron en la memoria de ambos, pero aquel sentimiento hermoso, en lugar de verse extinguido por la tragedia, desencadenó la ira de una bestia que refugiaba entre su coraza el corazón herido de su creador. Era el comienzo de algo que ningunode sus pensamientos fue capaz de detener, que, al igual que ese dolor que lo desgarraba desde adentro, superaría las berreras del tiempo para hacerse presente en el mundo hostil que alguna vez le arrebató lo que más quiso.
Resultaba una verdadera ironía que existiera semejante efervescencia en un lugar colmado de desesperación y sufrimiento. Entre todas las almas que componían la extensapoblación del pantano rojo, una en particular destacaba por su asombrosa fiereza y desconfianza, era un alma afortunada para muchos, pues no fue condenado a la tortura eterna del pecador promedio. Gracias a la huella que dejó en el mundo terrenal en vida, fue expiado de sus pecados, librándose así de ser torturado para convertirse en un torturador que con ansias soñaba pisar una vez más el mundo delos humanos, ahora como una nueva “persona”, un demonio para ser más exacto. La inmortalidad que tanto deseaba le fue concebida por el mismo hijo del infierno, quien quedó maravillado al observar el podrido corazón del muchacho y la perturbadora cantidad de odio e ira que este irradiaba.
— “¡maravilloso!...si… ¡esa es la actitud!” — Aquella burlona exclamación se repetía como una grabadora en sumente.
Solo él y “aquella persona” conocían su fin y propósito, una venganza impulsada por la fuerza matriz más grande del ser humano, según él mismo: el odio y la ira…y si era necesario convertirse en otro esbirro más del extenso ejercito de perros guardianes de Lucifer, lo haría.
Era una suerte de trato que hoy comenzaba, dado así fin a la angustiante espera del chico que permanecía recluido enel bosque de los suicidas hacia 356 años desde el día de su muerte.
Su mal sentido del humor no era un secreto para nadie allí y en el infierno y Lucifer disfrutaba hacerlo enojar y más aún si se trataba de algo tan importante como su libertad.
—El muy bastardo lleva atrasado una hora— susurró sin siquiera inmutarse, los dientes le rechinaban producto de la angustia e inevitablemente no podíacontener esa risa especial, nerviosa e irónica, símbolo de que la calma se le escapaba poco a poco.
Observó al borde de la desesperación los grilletes que lo mantenían prisionero de manos y pies, anulaban toda su fuerza, a la vista de todos y de él mismo, era un hecho simplemente imposible liberarse sin la ayuda de Lucifer.
Sin previa provocación, el joven de cabellos negros y ojos amarillosesbozó una sonrisa que helaría la sangre del más valiente de los mortales —hey, vamos…— rió sutilmente —sé que estás allí…— su mirada se alzó en dirección arriba, observando al lejano y ausente cielo — ¡LUCIFER! — exclamó el nombre de la presencia omnipotente, poseedora de la llave de su libertad.
Casi al instante en que el joven abandonara su posición para apelar a la presencia del hijo del infierno,una risa resonó en todo el bosque y llegó de golpe a los oídos del joven, que se irritó de sobremanera al sentir aquello burla. Desvió su atención hacia el camino de árboles con gente colgada de sus ramas, los demonios y mortales abrían paso conforme la presencia se acercaba a risas.
Desde la densa neblina de cenizas volcánicas, una silueta difusa se convirtió en el cuerpo de un hombre alto yjoven, de cabellos largos y negros cuya esclerótica era negra como el alquitrán y encerraba una pupila naranja que cuando era mirada con detallada atención, parecía como si todos los males del mundo se escapaban de ella.
Algo que caracterizaba a Lucifer era la elegancia, y su vestimenta no era la excepción¸ se había presentado vistiendo un traje negro sumamente formal.
—vaya, vaya…eres realmente...