121872943 Critico Artista Oscar Wilde 1

Páginas: 114 (28325 palabras) Publicado: 12 de mayo de 2015
EL CRÍTICO ARTISTA
(DIÁLOGO)

OSCAR WILDE

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El crítico artista

Oscar Wilde

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PRIMERA PARTE
Acompañada de algunas observaciones sobre la importancia de no hacer nada

GILBERT y ERNEST
Interior de una biblioteca de una casa en Piccadilly con Green Park.

GILBERT (Sentado delante del piano.)-. ¿Qué le hace tanta gracia, mi querido Ernest?
ERNEST(Alzando los ojos.)-. De una noticia realmente divertida. La acabo de leer ahora
mismo en este libro de Memorias que tienes sobre el escritorio.
GILBERT.- ¿De qué libro hablas? ¡Ah, sí! Aún no lo he leído. ¿Y te gusta?
ERNEST.- Lo hojeaba mientras usted tocaba, no sin divertirme (pues en general no me
gustan estos libros de Memorias). Se trata normalmente de autores que han perdido completamentela memoria, o que no han hecho nunca nada digno de ser recordado. Esto explica su
enorme éxito, pues a los ingleses, cuando leen, les encanta que les hable una medianía.
GILBERT.- Desde luego; el público es impresionantemente tolerante: lo perdona todo,
menos el talento. Pero confieso que a mí me apasionan las Memorias, ya sea por su forma
como por su contenido. En literatura, el egoísmo másabsoluto es una delicia. Él es
precisamente el que nos fascina en la correspondencia de personalidades tan distanciadas e
incluso divergentes como pueden serlo por ejemplo Cicerón y Balzac, Flaubert y Berlioz,
Byron y madame de Sévigné. Cuando nos sale al paso, cosa por cierto, muy rara, debemos
acogerlo con alegría, y es difícil de olvidar después. La Humanidad siempre estará en deuda
con Rousseau porhaber confesado sus pecados, no a un sacerdote, sino al universo entero de
los mortales y las ninfas tendidas de Cellini esculpidas en bronce en el castillo del rey
Francisco, y hasta el Perseo verdeoro que muestra a la luna, en la Logia de Florencia, el terror
que en su momento petrificó su vida, a nosostros sólo nos da el placer de esa autobiografía,
en la que el supremo reite del Renacimientonos cuenta su auténtica historia, la de su
esplendor y la de su vergüenza. Las opiniones, el carácter, la obra del hombre, importan poco
que sean de un escéptico, del gentil Michel de Montaigne, de un santo, o incluso de San
Agustín; si nos revela sus secretos, podemos sufrir un encantamiento y que nuestros oídos
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sean obligados aescucharlo, y nuestros labios a no despegarse. La forma de pensar
representada por el cardenal Newman, si puede llamarse "Forma de pensar" la que consiste
en resolver los problemas intelectuales negando la supremacía de la inteligencia, no debiera
subsistir. Pero el Universo jamás se hartará de ir tras la luz de ese espíritu turbado, que lo
lleva entre tinieblas. La iglesia solitaria de Littlemore, donde"el hálito de la mañana es
húmedo a la vez que abundante y muy escasos los fieles", le será siempre grata; y cada vez
que los hombres vean florecer el almendro sobre el muro del Trinity College, recordarán
aquel gracioso estudiante que vio en la esperada llegada de esa flor la predicción de que se
quedaría para siempre con la benigna madre de sus días. La Fe, loca o cuerda, respetó que
dichaprofecía no se cumpliera. Sí, desde luego, la autobiografía es irresistible. Ese
desdichado, ese necio secretario llamado Pepys, por su demagogia, ha ingresado en el club de
los inmortales; y sabiendo que la indiscreción es lo que tiene mayor valor, se mueve entre
ellos con su "traje de terciopelo rojo, botones de oro y encaje" que tanto le gusta describir:
charla a su gusto, y al nuestro, sobre lafalda azul indigo que le regaló a su mujer; sobre la
"buena fritura de cerdo" y la sabrosa "carne de ternera guisada al estilo francés", que tanto le
agradaba; sobre su partida de bolos con Will Joyce y sus "correteos detrás de las más bellas";
sobre sus recitales de Hamlet, en domingo, sus ratos de viola entre semana y otras cosas
malas o vulgares, que son peores. Hasta en su vida ordinaria no...
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