13 De Septiembre
Ese día fue de intensos bombardeos por parte de la artillería estadunidense, apostada en las lomas de Tacubaya. El asalto fue demoledor y sangriento. Cuando seavizoraba la pérdida del castillo, corrió la orden de desalojar sus instalaciones. Sin embargo, un puñado de cadetes decidió mantenerse apostado y beligerante. ¿Por qué lo hicieron? Acasoporque daba lo mismo retirarse para encontrar al país vencido que mantenerse firmes, feroces y perseverantes contra el invasor que demolía ante sus ojos la imagen de su patria y de su mundo.
Deaquellos héroes, la historia nacional ha destacado los nombres de seis cadetes: Juan de la Barrera, Agustín Melgar, Francisco Márquez, Vicente Suárez, Fernando Montes de Oca y Juan Escutia.No obstante, murieron muchos más. Eran jóvenes, mozos plenos, promesa interrumpida de una gente de bien. Su muerte semejó a la de otros, ni más terrible ni menos heroica, pero encomiable porsu juventud y por el hecho de no estar obligados a defender la plaza, dada su condición de alumnos.
Se quedaron para defender el colegio y su orgullo militar. Decidieron permanecer porquela vida los puso allí, en un momento con dos posibilidades extremas: morir sin sentido o sucumbir peleando en aras de una victoria imposible pero anhelada. ¿Era necesario que murieran paravolverse ejemplares ante la posteridad? Quizá no, pero la historia y los episodios señeros de aquel 13 de septiembre no dejaron al descubierto otra senda que pudiera transitarse.
La historiade aquella gesta nos conmueve por la juventud de sus protagonistas. Nos amarga por la injusticia de la guerra y por la impotencia de la defensa frustrada. Nos duele pero también nos enaltece,porque esos cadetes fueron la muestra clara y contundente del sacrificio. Ofrendaron su vida por motivos propios y por el legado inmaterial del honor militar y el sentimiento nacionalista.
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