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los adultos. La
en un mes y te quiero,rur;,.rgur.onliga comienza
ellos.
pepinho sonrió.or.,
J,
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se fue trotanao
po. .rr,
Antes de des¿
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lo que pu.ur-norotros
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senciila det
mundo. ¿euién era
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sus padres?'
¿a quécolegio
iba?, ¿quiu.,",iar" ",ut
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ba solo por er mundo,
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así:
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sin familia, ,rnu,"lllia'alguien
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: de
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ritos
fuego e incendiar,
de dejan sus hueila
"l "urrriio po, aorr_
s, y tagenre
;;;; ruz y se
quema de la admiración
ot-de la
9
Cuando terminó el partido,mis padres
s('acercaron y me felicitaron. Jorginho me acalició el pelo yAntonia me estampó un enorme
lrt'so en la mejilla, pero yo la alejé molesto. Se('r('tamente, los tres sabíamos que mi examenlr¿rbía sido un desastre y que acabábamos de
v('r a un niño que sí tenía talento. Era absurdo
tlt'cir que lo suyo había sido una cuestión de
srrc'rte, o que le había tocado un buen día. Pe¡'inho era genialcon la bola. Punto. Cuando
lk'gamos a la casa, me encerré en mi cuarto y
rnt' tendí en la cama pensando en é1. Mis senli¡lrientos eran confusos. IJna parte de mí ya
lo admiraba con devoción, pero laotra se deslr¿rcía en una envidia que nunca antes había
st,ntido. En mí convivían dos fuerzas, como si
rrrr iingel y un demonio lucharan por quedarse
r'on mi alma. Y 1o peor de todo, me decía, era,¡rrt'él habíasido generoso conmigo, me había
,ryrrclado a hacer una buena prueba, pero no
I'otl í¿r sentirme completamente agradecido. Si
yo jugara como é1, me decía, Pero nunca Po,lr'í¿r. No pude...
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