134046880 La Gran Gilly Hopkins
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Pelusa 79
La gran Gilly Hopkins
Katherine Paterson
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Pelusa 79
Para Mary, de su madre
auténtica y adoptada, con cariño.
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Bienvenida a Thompson Park
—Gilly —dijo la señorita Ellis, sacudiendo sus largos
cabellos rubios hacia la pasajera del asiento de atrás—,
necesito saber que estás dispuesta a hacer un pequeño
esfuerzo.
Galadriel Hopkins desplazó el chiclehacia la parte
anterior de la boca y empezó a soplar suavemente. Sopló
hasta que apenas podía percibir ya, a través del globo color de
rosa, el contorno de la cabeza de la asistenta social.
—Este será tu tercer hogar en menos de tres años. —La
señorita Ellis sacudió su melena rubia de izquierda a derecha
y a continuación empezó a girar el volante hacia la izquierda,
en una cuidadosa maniobra.
—Noseré yo quien diga que ha sido todo culpa tuya. El
que los Dixon se trasladaran a Florida, por ejemplo.
Simplemente, mala suerte. Y el que la señora Richmond
tuviera que ingresar en el hospital —a Gilly le pareció advertir
una pausa larga y pensativa antes de que la asistenta social
prosiguiera— a causa de sus nervios.
¡Paf!
La señorita Ellis dio un respingo y lanzó una mirada al
retrovisor, perosiguió hablando con su voz serena y
profesional mientras Gilly recuperaba los trocitos de chicle
que tenía pegados en sus cabellos desaliñados, en las mejillas
y en el mentón:
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—Deberíamos habernos informado mejor acerca de su
estado de salud antes de concederle la tutoría. Fui yo quien
debía haberme informado mejor.
«¡Diablos! —pensó Gilly—. Aquella mujer se lo estaba
tomando enserio de verdad. ¡Qué paliza!»
—No intento echártelo en cara. Es sólo que necesito, que
todos necesitamos, tu cooperación para que esto vaya
adelante —otra pausa—. No puedo imaginar que a ti te guste
todo este trajín de acá para allá —Los ojos azules en el
retrovisor comprobaban la reacción de Gilly—. Pero esta
madre adoptiva es muy diferente de la señora Nevins.
Tranquilamente, Gilly desprendió condos dedos una
bolita de goma de mascar que tenía en la punta de la nariz.
Era inútil pretender arrancar el chicle pegado al pelo. Se
recostó en el asiento e intentó mascar el trozo que había
logrado rescatar. Se le pegaba a los dientes en una delgada
capa. Del bolsillo de los tejanos sacó otra bola de chicle,
quitándole la pelusa con la uña del pulgar antes de metérselo
en la boca con muchaceremonia.
—Hazme un favor, Gilly. Procura empezar con buen pie,
¿de acuerdo?
Gilly se imaginó a si misma haciendo piruetas por la sala
de estar de su casa adoptiva sobre un solo pie, como una
patinadora sobre hielo. Con el otro pie estaba dándole en
plena boca a la próxima madre adoptiva. Paladeó su nueva
ración de chicle con fruición.
—Y hazme otro favor, ¿quieres? ¿Puedes deshacerte de
ese chicleantes de que lleguemos allí?
Complaciente, Gilly sacó el chicle de la boca mientras los
ojos de la señorita Ellis permanecían fijos en el retrovisor.
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Luego, cuando la asistenta social desvió de nuevo su atención
hacia el tráfico, Gilly extendió el chicle cuidadosamente en la
parte inferior de la manivela de la puerta izquierda, una
sorpresa pegajosa para la próxima persona que fueraa abrirla.
Dos semáforos más allá la señorita Ellis pasó hacia el
asiento posterior una toallita de papel.
—Toma —le dijo a Gilly—, mira a ver si puedes hacer
algo con esa porquería que tienes en la cara antes de que
lleguemos.
Gilly se pasó apresuradamente el pañuelito mojado por la
boca y seguidamente lo dejó caer en el suelo.
—Gilly... —suspiró la señorita Ellis, manipulando el
elegantecambio de marchas de su coche—, Gilly...
—Mi nombre —dijo Gilly entre dientes— es Galadriel.
La señorita Ellis pareció no haber oído.
—Gilly, le darás una pequeña oportunidad a Maime
Trotter, ¿verdad que sí? Es realmente una persona
encantadora.
«Pues entonces sí que estamos fritos», pensó Gilly. Al
menos nadie había acusado al señor o la señora Nevins, sus
padres adoptivos más recientes, de ser...
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