1392030144 El Telefono Rojo Fernando Lalana 1

Páginas: 14 (3484 palabras) Publicado: 29 de abril de 2015
Teléfono Rojo
Estábamos todos un poquitín nerviosos. Y lo estábamos desde la
tarde anterior, cuando mi padre nos anunció que, al día siguiente,
vendría un técnico de la Compañía Telefónica Nacional de España a
instalarnos un supletorio.
¡Un supletorio, nada menos!
A ver, para los que han nacido tarde: un supletorio era un segundo
teléfono fijo, lógicamente situado en una habitación diferente dela que
acogía el aparato principal. Un supletorio abría infinitas, nuevas y
fascinantes posibilidades de conversación telefónica. La primera y
principal, la de poder hablar con quien te diera la gana lejos de la
atención del resto de la familia, refugiado en «el cuarto del supletorio».
Porque el supletorio tenía tanta fuerza, resultaba tan deslumbrante y
deseado que, instalado en la biblioteca, elcuarto de la plancha o el
cuarto de estudio -¡incluso en el cuarto de baño!- les robaba su
denominación habitual para convertir la estancia de turno en «el cuarto
del supletorio». La de confidencias, suspiros, promesas y piadosas
mentiras que habrán escuchado las paredes del cuarto del supletorio.
También los insultos, llantos, desplantes y amenazas, claro está; pero
dejadme que estos últimos lospase por alto, que no están los tiempos
para hurgar en el lado tenebroso del ser humano.
Bien es cierto que el supletorio tenía también sus inconvenientes.
El principal: al haber ya por fin más de un teléfono en la casa, la
conversación mantenida en uno de los aparatos podía ser escuchada
subrepticiamente desde el segundo. Había que tener, por tanto, un oído

fino como un sedal de pescar ymantener alerta los restantes sentidos
para descubrir el leve clic que delataba el descolgar del otro auricular. Y,
en ese momento, reaccionar de inmediato:
-¡Cuelga! ¡Que estoy hablando por el supletorio! ¡Mamá, que
cuelgues!
-Bueno, hija, bueno, ya cuelgo... Pero a ver si acabas, que tengo
que llamar al tío Rafael.
-¡Si solo llevo cinco minutos!
-¿Cinco? ¡Cincuenta y cinco, querrás decir! ¡Y elteléfono es de
todos, no solo tuyo!
Eso no era exactamente así. La línea telefónica podía ser de todos.
¡Pero el supletorio no! ¡El supletorio era nuestro!
Volviendo al día del estreno: por fin apareció el técnico, que era un
tipo moreno y gallardo que se parecía al torero Sebastián Palomo
Linares. Llegó a media tarde y, sin hacer el paseíllo ni nada, se puso a
hurgar un buen rato en la caja de laacometida para luego, hincándose de
hinojos como si fuese a capotear un morlaco de Mihura a porta gayola,
fue grapando un cablecito -delgado y amarillento, como un tuberculosojusto por encima del rodapié del pasillo hasta llegar a la ubicación elegida
por mi padre. En este caso, la biblioteca. Allí instaló una nueva roseta y,
culminados los preparativos, sacó de su bolsa de bandolera la caja quecontenía el nuevo aparato.
La expectación familiar alcanzó su máxima temperatura.
Por fin, sonaron clarines y apareció el bicho.
-Pero ¿qué teléfono es ese, tan raro? –exclamó mi madre, al verlo.
-Es un nuevo modelo, que gusta mucho. Se llama góndola.

-¿Góndola? Qué nombre tan raro para un teléfono.
-Será por la canción de Marisol –apunté yo.
-¿Qué canción?
-La de la vida es una góndola.Gon-gon-góndola...
-¡Tómbola, idiota! –me corrigió mi hermana-. ¡La canción dice que
la vida es una tómbola!
-¿Seguro?
-Segurísimo.
-Sabihonda.
-Memo.
-Oiga, ¿y por qué es rojo? –quiso saber mi madre, interrumpiendo
nuestra discusión.
-Me viene de familia, señora. Mi abuelo era ferroviario y de la CNT.
-No, usted no, joven. Digo, el teléfono. ¿Por qué es de color rojo?
-¡Ah, el teléfono...! Este nuevo modelo estádisponible en cinco
colores diferentes –explicó el diestro de la CTNE-. Y lo he traído rojo
porque su marido lo eligió rojo.
-¿Y a qué fin? Si no pega con nada en esta casa, donde siempre nos
hemos decantado por los sobrios verdes y marrones.
-Lo ignoro, señora.
-¡Pues a mí me encannnta! –declaró mi hermana, con los ojos en
blanco-. ¡Es súper-moderno!
-Eso es lo que no entiendo: ¿Desde...
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