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Páginas: 808 (201946 palabras) Publicado: 6 de julio de 2015
Instituciones oratorias

Marco Fabio Quintiliano

Prólogo
O hemos de negar la necesidad del estudio de las buenas letras, desterrando de la
humana sociedad los conocimientos que más nos adornan, o es preciso confesar que a
todo hombre de buen gusto es punto menos que indispensable el de las Instituciones
Oratorias de Marco Fabio Quintiliano. En todos tiempos los hombres sabios, no como
quiera lashan leído, sino que, mirándolas como una mina rica e inagotable de los
conocimientos más sólidos que contribuyen a formar el juicio del hombre, les hicieron
el debido honor de colocarlas en la clase de aquellos libros que no bastando leerlos una
sola vez y de galope, es necesario estudiarlos con la más profunda meditación y de
continuo. Quintiliano trató con tanto acierto de la oratoria, que suautoridad en este
punto es decisiva y corre pareja con la del mismo Cicerón: y con tanta dignidad, y tan
de propósito (en lo que tal vez le saca alguna ventaja), que de los preceptos que
prescribe para formar un orador perfecto, claramente se colige que el que aspire a serlo
debe estar abastecido del conocimiento de todas las ciencias. Las Instituciones de
Quintiliano son como un lienzo, donde conlos colores más vivos retrata al orador, no
como vulgarmente se le concibe, sino con toda la perfección -VI- de que es capaz.
Desvaneciendo la idea común de que el oficio del orador sólo se reduce a hablar en
público, ayudado de ciertas reglas pueriles, nos le pinta tan recomendable por su ciencia
y conducta, que no menos triunfe del corazón humano por la persuasiva de las
costumbres, que por elnervio de las razones. Miradas por este lado, hallamos en ellas

una cosa que, cierto, arrebata la admiración de cualquiera; al ver que un hombre nacido
en el seno del paganismo prescriba reglas tan acertadas, que no menos cuadran al que ha
de ocupar dignamente la cátedra del Espíritu Santo, que al que ha de manejar con loa la
elocuencia en las causas forenses. Los primeros hallarán en Quintilianounos preceptos
tan ajustados para el desempeño de tan alto ministerio, como si para ellos solos se
enderezasen: lo que no tendrá reparo en conceder el que vaya careando la doctrina de
nuestro paisano con la del padre de la elocuencia española fray Luis de Granada en su
Retórica eclesiástica. Por lo que hace a los abogados, ocioso parece el decirles que no
pueden ejercer la oratoria forense sin ladoctrina de tan sabio maestro: puesto caso que
para ellos principalmente encaminó sus preceptos.
Quintiliano, como que tenía bastante práctica en las contiendas del foro, hace ver
cuánto se distingue el abogado perfecto del mediano; el que posee una elocuencia
nerviosa y varonil del que va fiado en una retórica pueril, y que no pasa de la corteza de
las palabras; el que defiende al reo con ciertano mal fundada esperanza de enseñorearse
del corazón del juez, del que fría y secamente hace su oficio, granjeándole su misma
ineptitud el desprecio y la risa; finalmente, el que sabe valerse -VII- de las riquezas del
arte para vencer con una fuerza irresistible la repugnancia de la humana voluntad, del
que por falta de caudal no puede sacar a salvo al reo, si ya no empeora la causa. Y como
enestos choques de los tribunales es donde más campa y luce la destreza del abogado
(tratándose, no ya de un asunto político, no del mejor acierto en una deliberación, sino
de los intereses, honor y vida de un hombre), por tanto Quintiliano adiestra y provee,
digamos así, de todo género de armas defensivas y ofensivas a su orador, no para un
lance solo, sino para cuantos son imaginables; y a la maneraque un astuto general,
desviándose tal vez de la especulativa de la táctica militar, ordena su gente según las
circunstancias que le rodean para salir con la victoria, así nuestro insigne maestro
advierte al abogado los lances en que, con alabanza suya y utilidad del reo, debe
apartarse de los preceptos del arte, disimular el artificio y caminar con cierta sencillez,
que teniendo tanto más de...
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