18 el zarco

Páginas: 16 (3952 palabras) Publicado: 9 de julio de 2014
XVIII

ENTRE LOS BANDIDOS

Manuela, apasionada de el Zarco y por lo mismo ciega, no había previsto enteramente la situación que le esperaba, y si la había previsto, no se había formado de ella sino una idea convencional.

Su fantasía de mujer enamorada e inexperta le representaba la existencia en que iba a entrar como una existencia de aventuras peligrosas, es verdad, pero divertidas,romancescas, originales, fuertemente atractivas para un carácter como el suyo, irregular, violento y ambicioso.

Como hasta allí, y desde que se había soltado esa nueva plaga de bandidos en la tierra caliente, al acabar la terrible guerra civil que había destrozado a la República por espacio de tres años, y que se conoce en nuestra historia con el nombre de Guerra de Reforma, no puede decirse que sehubiera perseguido de una manera formal a tales facinerosos, ocupado como estaba el gobierno nacional en luchar todavía con los restos del ejército clerical. Manuela no había visto nunca levantarse un patíbulo para uno de esos compañeros de su amante.

Al contrario, había visto a muchísimos pasearse impunemente por las poblaciones y los campos, en son de triunfo, temidos, respetados y agasajadospor los ricos, por las autoridades y por toda la gente.

Si alguna persecución se les hacía, de cuando en cuando, como aquella que había fingido el feroz comandante, conocido nuestro, era más bien por fórmula, por cubrir las apariencias, pero en el fondo, las autoridades eran impotentes para combatir a tales adversarios, y todo el mundo parecía resignado a soportar tan degradante yugo.Manuela, pues, se figuraba que aquella situación, por pasajera que fuese, aún debía durar mucho, y que el dominio de los plateados iba consolidándose en aquella comarca. Además, era ella muy joven para recordar las tremendas persecuciones y matanzas llevadas a cabo contra los bandidos de otras épocas por fuerzas organizadas por el gobierno del Estado de México y puestas a las órdenes de jefes enérgicosy terribles, como el célebre Oliveros.

Aquello había pesado en tiempos ya remotos, a pesar de que no habían transcurrido desde tales sucesos ni quince años. Por otra parte, las circunstancias eran diversas. En aquella época se trataba de perseguir a cuadrillas de salteadores vulgares, compuestas de diez, de veinte, a lo sumo de cuarenta bandidos, que se dispersaban al menor ataque y cuyorecurso constante era la fuga. Se estaba en una paz relativa, y podían las fuerzas organizadas de varios Estados concurrir a las combinaciones para atacar a una partida numerosa; las poblaciones y los hacendados ricos podían prestar sus auxilios, las escoltas recorrían constantemente los caminos, y hombres conocedores de todas las guaridas servían de guías o eran los perseguidores.

Pero ahora eradiferente. Ahora el gobierno federal se hallaba demasiado preocupado con la guerra que aún sostenían las huestes de Márquez, de Zuloaga, de Mejía y de otros caudillos clericales, que aún reunían en torno suyo numerosos partidarios; la intervención extranjera era una amenaza que comenzaba a traducirse en hechos, precisamente en el tiempo en que se verificaban los sucesos que relatamos, y como eranatural, la nación toda se conmovía, esperando una invasión extranjera que iba a producir una guerra sangrienta y larguísima, que, en efecto, se desencadenó un año después y que no concluyó con el triunfo de la República sino en 1867.

Todas estas consideraciones no podían venir al espíritu de la joven con la lucidez con que se presentaban a los ojos de las personas sensatas; pero ella oía hablar alas gentes serias que visitaban a doña Antonia o ésta le transmitía los rumores que circulaban, y aunque vagamente, como las gentes de la muchedumbre suelen resumir la situación pública, pero de un modo exacto, ella sacaba las consecuencias que le importaban para su vida futura.

Por lo demás, el estado que guardaban las cosas en la tierra caliente, era demasiado claro para que ella pudiera...
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