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Páginas: 56 (13821 palabras) Publicado: 13 de febrero de 2016
Juan Carlos Onetti - Jacob y el otro

J.C. Onetti
JACOB Y EL OTRO
1. Cuenta el médico
Media ciudad debió haber estado anoche en el Cine Apolo, viendo la cosa y participando
también del tumultuoso final. Yo estaba aburriéndome en la mesa de poker del club y sólo
intervine cuando el portero me anunció el llamado urgente del hospital. El club no tiene más que
una línea telefónica; pero cuando salíde la cabina todos conocían la noticia mucho mejor que yo.
Volví a la mesa para cambiar las fichas y pagar las cajas perdidas.
Burmestein no se había movido; baboseó un poco más el habano y me dijo con su voz gorda y
pareja:
—En su lugar, perdone, me quedaría para aprovechar la racha. Total, aquí mismo puede
firmar el certificado de defunción.
—Todavía no, parece —contesté tratando de reír. Me mirélas manos mientras manejaban
fichas y billetes; estaban tranquilas, algo cansadas. Había dormido apenas un par de horas la
noche anterior, pero esto era ya casi una costumbre; había bebido dos coñacs en esta noche y
agua mineral en la comida.
La gente del hospital conocía de memoria mi coche y todas sus enfermedades. Así que me
estaba esperando la ambulancia en la puerta del club. Me senté allado del gallego y sólo le oí el
saludo; estaba esperando en silencio, por respeto o por emoción, que yo empezara el diálogo. Me
puse a fumar y no hablé hasta que doblamos la curva de Tabarez y la ambulancia entró en la
noche de primavera del camino de cemento, blanca y ventosa, fría y tibia, con nubes
desordenadas que rozaban el molino y los árboles altos. —Herminio —dije—, ¿cuál es el
diagnóstico?Vi la alegría que trataba de esconder el gallego, imaginé el suspiro con que celebraba el
retorno a lo habitual, a los viejos ritos sagrados. Empezó a decir, con el más humilde y astuto de
sus tonos; comprendí que el caso era serio o estaba perdido.
—Apenas si lo vi, doctor. Lo levanté del teatro en la ambulancia, lo llevé al hospital a noventa
o cien porque el chico Fernández me apuraba y tambiénera mi deber. Ayudé a bajarlo y en
seguida me ordenaron que fuera por usted al club.
—Fernández, bueno. ¿Pero quién está de guardia?
—El doctor Rius, doctor.
—¿Por qué no opera Rius? —pregunté en voz alta.
—Bien —dijo Herminio y se tomó tiempo esquivando un bache lleno de agua brillante—.
Debe haberse puesto a operar en seguida, digo. Pero si lo tiene a usted al lado...
—Usted cargó y descargó.Con eso le basta. ¿Cuál es el diagnóstico?
—Qué doctor... —sonrió el gallego con cariño. Empezábamos a ver las luces del hospital, la
blancura de las paredes bajo la luna—. No se movía ni se quejaba, empezaba a inflarse como un
globo, costillas en el pulmón, una tibia al aire, conmoción casi segura. Pero cayó de espaldas
arriba de dos sillas y, perdóneme, el asunto debe estar en la vertebral. Sihay o no hay fractura.
—¿Se muere o no? Usted nunca se equivocó, Herminio.
Se había equivocado muchas veces pero siempre con excusas.
—Esta vez no hablo —cabeceó mientras frenaba.
Me cambié la ropa y empezaba a lavarme las manos cuando entró Rius.

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Juan Carlos Onetti - Jacob y el otro

—Si quiere trabajar —dijo—, lo tiene listo en dos minutos. No hice casi nada porque no hay
nada quehacer. Morfina, en todo caso, para que él y nosotros nos quedemos tranquilos. Sólo
tirando una monedita al aire se puede saber por dónde conviene empezar.
—¿Tanto?
—Politraumatizado, coma profundo, palidez, pulso filiforme, gran polipnea y cianosis. El
hemitórax derecho no respira. Colapsado. Crepitación y angulación de la sexta costilla derecha.
Macidez en la base pulmonar derecha con hipersonoridaden el ápex pulmonar. El coma se hace
cada vez más profundo y se acentúa el síndrome de anemia aguda. Hay posibilidad de ruptura de
arterias intercostales. ¿Alcanza? Yo lo dejaría en paz.
Entonces recurrí a mi gastada frase de mediocre heroicidad, a la leyenda que me rodea como
la de una moneda o medalla circunscribe la efigie y que tal vez continúe próxima a mi nombre
algunos años después de mi...
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