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Páginas: 429 (107002 palabras) Publicado: 16 de abril de 2015
Viajar a Egipto es el sueño ahora
hecho realidad de Erica Baron.
Egiptóloga, no recuerda ya el sinfín
de ocasiones en que deseó pasear
entre los templos y los monumentos
de un imperio tan antiguo como
hermoso. Como se hace ahora.
Pero, sin darse cuenta, sus ojos han
paseado por lugares prohibidos y
han descubierto la clave para llegar
a un tesoro legendario. Una
maldición espantosa que procededel mundo antiguo y la codicia
salvaje del mundo actual la
persiguen entonces para acabar con
ella. Un hombre tan atractivo como

peligroso le ha ofrecido su ayuda, su
protección y su amor. Y en esta
tierra extraña llena de demonios
seductores, donde no se puede
confiar en nadie, el deseo se
convertirá para Erica en la peor
amenaza.

Robin Cook

La esfinge
ePub r1.6
Titivillus 19.01.15

Títulooriginal: Sphinx
Robin Cook, 1979
Traducción: Pablo de Santis
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2

PRÓLOGO
Año 1301 a. C. Tumba de Tutankamón.
Valle de los Reyes. Necrópolis de
Tebas. Año 10 de Su Majestad, Rey del
Alto y Bajo Egipto, Hijo de Re, Faraón
Seti I. Cuarta luna de la estación de la
Inundación, Día 10.

Emeni hundió el cincel de cubre en
los apretados trozos de piedra caliza
quehabía directamente frente a él y
sintió que chocaba contra una sólida
mampostería. Lo hizo nuevamente, nada
más que para estar seguro. Sin duda

alguna había llegado a la puerta interior.
Tras ella se hallaba un tesoro cuya
riqueza resultaba difícil imaginar; tras
ella se hallaba la casa de la eternidad
del joven faraón Tutankamón, enterrado
hacía cincuenta y un años.
Con renovado entusiasmocontinuó
cavando en los apretados fragmentos de
piedra. El polvo le dificultaba la
respiración. La transpiración corría en
forma de arroyos incesantes por su cara
angulosa. Se hallaba boca abajo en un
túnel oscuro como la noche y tan angosto
que apenas cabía en él su cuerpo flaco y
sinuoso. Rastrilló con la mano las
piedras sueltas que estaban debajo de él
hasta que consiguió ubicarlas al alcance

desu pie. Entonces, igual que un insecto
que estuviera cavando su madriguera,
las empujó detrás de sí para que el
aguatero Kemese pudiera juntarlas en
una canasta. Emeni no sintió ningún
dolor cuando con la mano lastimada
buscó a tientas en la oscuridad la pared
que había frente a él. Con la punta de los
dedos recorrió el sello de Tutankamón
que se hallaba sobre la puerta
clausurada, inviolada desdeel entierro
del joven Faraón.
Apoyó la cabeza sobre su brazo
izquierdo, permitiendo que su cuerpo se
relajara. El dolor le laceraba los
hombros, y detrás de sí podía oír la
respiración agitada de Kemese juntando

las piedras en la canasta.
—Hemos alcanzado la puerta
interior —dijo Emeni con una mezcla de
miedo y excitación. Más que cualquier
otra cosa, deseaba que esa noche llegara
a su fin. Noera un ladrón. Pero sin
embargo allí estaba, cavando un túnel
para llegar al eterno santuario del
desventurado
Tutankamón—.
Que
Iramen busque mi maza. —Emeni se dio
cuenta de que dentro de los estrechos
confines del túnel su voz adquiría un
tono extraño semejante a un gorjeo.
Kemese gritó de contento ante la noticia
y gateó hacia atrás para salir del túnel,
arrastrando su canasta.
Entonces se hizoun silencio. Emeni

sintió que las paredes del túnel se le
venían encima. Luchó contra ese miedo
claustrofóbico recordando que su abuelo
Amenemheb había supervisado el
cavado de esa pequeña tumba. Emeni se
preguntó si Amenemheb había tocado
con sus manos la superficie que se
hallaba directamente encima de él.
Girando sobre sí mismo apoyó las
palmas de las manos sobre la sólida
roca, y ese gestolo reaseguró. Los
planos de la tumba de Tutankamón que
Amenemheb había puesto en manos de
su hijo Per Nefer, padre de Emeni, quien
a su vez se los había entregado a él, eran
exactos.
Emeni
había
cavado
exactamente doce codos a partir de la

puerta exterior y había dado con la
puerta interior. Tras ella se hallaba la
antecámara. Le había tomado dos noches
de dura labor, pero para la mañana...
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