1920 Mexico JoseVasconcelos

Páginas: 10 (2253 palabras) Publicado: 1 de junio de 2015
José Vasconcelos (México)1
DISCURSO EN LA UNIVERSIDAD (1920)
Llego con tristeza a este montón de ruinas de lo que antes fuera un ministerio que
comenzaba a encauzar la educación pública por los senderos de la cultura moderna.
La más estupenda de las ignorancias ha pasado por aquí asolando y destruyendo,
corrompiendo y deformando, hasta que por fin ya sólo queda al frente de la
educación nacionalesta mezquina jefatura de departamento que ahora vengo a
desempeñar por obra de las circunstancias; un cargo que sería decorativo si por lo
vano de sus funciones no fuese ridículo; que sería criminal si la ley que lo creó no
fuese simplemente estúpida. Doloroso tiene que resultar para toda alma activa venir
a vigilar la marcha pausada y rutinaria de tres o cuatro escuelas profesionales y
quitar latelaraña de los monumentos del pasado, funciones a las que ha sido
reducida nuestra institución por una ley que debe calificarse de verdadera calamidad
pública.
Pero esta tristeza que me invade al contemplar lo que miramos sería mucho más
honda, sería irreparable, si yo creyese que al llegar aquí iba a entregarme a la rutina,
si yo creyese que iba a meter mi alma dentro de estos moldes, si yocreyese que de
veras iba a ser Rector sumiso a la ley de este instituto. No; bien sé, y lo saben todos,
que el deber nos llama por otros caminos, y así como no toleraríamos que los hechos
consumados nos cerrasen el paso, tampoco permitiré que en estos instantes el
fetiche de la ley selle mis labios: por encima de todas las leyes humanas está la voz
del deber como lo proclama la conciencia, y esedeber me obliga a declarar que no
es posible obtener ningún resultado provechoso en la obra de educación del pueblo
1

Tomado de José Vasconcelos. Caracas, Biblioteca de Ayacucho, 1992.

1

si no transformamos radicalmente la ley que hoy rige la educación pública, si no
constituimos un ministerio federal de educación pública. Ese mismo deber me obliga
a declarar que yo no he de conformarme con estaraquí bien pagado y halagado en
mi vanidad, pero con la conciencia vacía porque nada logro. La tarea de conceder
borlas doctorales a los extranjeros ilustres que nos visiten y de presidir venerables
consejos que no bastan para una centésima de las necesidades sociales no puede
llenar mi ambición. Antes iré al más sonado de los fracasos que consentir en
convenirme en un cómplice de la mentirasocial. Por eso no diré que nuestra
Universidad es muy buena y que debemos estar orgullosos de ella. Lo que yo debo
decir es que nuestras instituciones de cultura se encuentran todavía en el periodo
simiesco de sola imitación sin objeto, puesto que, sin consultar nuestras
necesidades, los malos gobiernos las organizan como piezas de un muestrario para
que el extranjero se engañe mirándolas y no para quesirvan.
He revisado, por ejemplo, los programas de esta nuestra Universidad, y he visto que
aquí se enseña literatura francesa con tragedia raciniana inclusive y me hubiese
envanecido de ello, si no fuese porque en el corazón traigo impreso el espectáculo
de los niños abandonados en los barrios de todas nuestras ciudades, de todas
nuestras aldeas, niños que el Estado debiera alimentar y educar,reconociendo al
hacerla el deber más elemental de una verdadera civilización. Por más que debo
reconocer y reconozco la sabiduría de muchos de los señores profesores, no puedo
dejar de creer que un Estado, cualquiera que él sea, que permite que subsista el
contraste del absoluto desamparo con la sabiduría intensa o la riqueza extrema, es
un Estado injusto, cruel y rematadamente bárbaro.
No por estoque os digo vayáis a creer que pasa por mi mente el cobarde
2

pensamiento de ofenderos insinuando que sois vosotros los culpables. Bien sé que
muchos de vosotros habéis dedicado todas vuestras energías, con desinterés y con
amor, a la enseñanza. Sin embargo, no habéis podido evitar nuestros fracasos
sociales; no habéis servido todo lo que debíais servir acaso porque siempre se os ha
mantenido...
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