2.3. LA VERDAD, EL BIEN Y LA BELLEZA. EDUCAR PARA LA TRASCENDENCIA.

2.3. LA VERDAD, EL BIEN Y LA BELLEZA. EDUCAR PARA LA TRASCENDENCIA.

¿Participamos de esta alegría de ser de Dios y nos tenemos de verdad por hijos y herederos suyos?

El Evangelio no esparaguardarlo en lo oculto de nuestro corazón sin que salga a la luz, sino para ser transmitido, para que vivifique el mundo que nos rodea, para que brote en él la semilla de la salvación definitivadelhombre. Y esto no puede hacerse realmente si lo que nos anima no es la alegría de ser discípulos y misioneros de Cristo. Esta alegría debe llegar a todos, especialmente a los más necesitados de ella:«Laalegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos porlasadversidades; deseamos que la alegría de la buena noticia del Reino de Dios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos yacen al borde del camino, pidiendo limosna y compasión(cf.Lc 10, 29-37; 18, 2.» (Aparecida, n. 29).

Generalmente las personas risueñas, las que saben decir las cosas sonriendo son personas sanas de corazón, tal y como escribió Ruben Darío.

Todoslosmomentos vividos con alegría, ayudan a descubrir al otro la alegría de saber de Dios. Sino demostramos nuestra alegría, quizás el otro, nunca sabrá de Dios. Es bueno que transmitamos el Dios en elcualcreemos y con alegría que facilita el que el otro sepa de Dios.

Cada momento de nuestra vida debe ser el primer momento, el último momento, el único momento. Si no lo vivimos con alegría, ¿acuantoshabré perjudicado? ¿ A cuantos no habré servido?

Debemos conocer las bienaventuranzas de la alegría que escribió Tomás Moro y que conservan toda su vigencia:

Dichosos los que saben reírse desimismos, porque no terminarán nunca de divertirse.
Dichosos los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque se evitarán muchos inconvenientes
Dichosos los que saben descansar y dormir...