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Portada
Legado en los huesos
Dedicatoria
Citas
Itxusuria
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Glosario
Agradecimientos
Notas
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Para Eduardo, cada palabra
¿No tendrá ese hombre
conciencia de su oficio, que
canta mientras abre una fosa?
Hamlet, WILLIAM
SHAKESPEARE
A menudo el sepulcro
encierra, sinsaberlo, dos
corazones en un mismo ataúd.
ALPHONSE DE LAMARTINE
Que el dolor cuando es por
dentro es más fuerte, no se
alivia con decírselo a la gente.
Si hay Dios, ALEJANDRO SANZ
Itxusuria
Localizó la tumba guiándose por la
línea que el agua había dibujado en
el suelo al caer desde el alero de la
casa. Se arrodilló y de entre sus
ropas extrajo una palita de jardín y
una piqueta con las quedesconchó
la superficie compacta de la tierra
oscura, que se desprendió en
terrones húmedos y esponjosos,
destilando un aroma rico como a
madera y musgo.
Con cuidado, fue eliminando
capas de unos pocos centímetros
hasta que, mezclados con la tierra,
aparecieron jirones ennegrecidos
de tela podrida.
Excavó con las manos
apartando la prenda en la que aún
se adivinaba una mantita de cuna
que sedeshizo al tocarla,
descubriendo el paño encerado que
envolvía el cuerpo. Apenas se
veían restos de la cuerda que lo
había atado, dejando sobre el lienzo
un dibujo marcado y profundo allí
donde lo ciñó. Retiró los residuos
del cordel, reducido a pulpa entre
sus dedos, y acarició la superficie
buscando el borde del lienzo que,
aun sin verlo, adivinó con varias
vueltas de tela. Hundió los dedos en
elextremo del hatillo y rasgó la
mortaja, que se abrió como si usase
un cuchillo.
El bebé yacía enterrado boca
abajo como si durmiese acunado en
la tierra; los huesos, como el mismo
lienzo, aparecían bien conservados
aunque teñidos por la tierra oscura
del Baztán. Extendió una mano que
casi cubrió por entero el
cuerpecillo, presionó el tórax
contra la tierra y sin resistencia
arrancó de cuajo elbrazo derecho,
que al soltarse quebró la pequeña
clavícula con un chasquido suave,
como un suspiro que, procedente de
la sepultura, lamentase el expolio.
Retrocedió, intimidado de pronto,
se puso en pie, introdujo los huesos
entre sus ropas y dedicó una última
mirada a la tumba, antes de empujar
con los pies la tierra a su interior.
1
El ambiente en el juzgado era
irrespirable. La humedad de lalluvia, prendida en los abrigos,
comenzaba a evaporarse, mezclada
con el aliento de cientos de
personas que abarrotaban los
pasillos frente a las distintas salas.
Amaia se desabrochó el chaquetón
mientras saludaba al teniente Padua,
que, tras hablar brevemente con la
mujer que lo acompañaba e
instándola a entrar en la sala, se
acercó sorteando a la gente que
esperaba.
—Inspectora, me alegro deverla. ¿Cómo se encuentra? No
estaba seguro de que pudiera estar
aquí hoy —dijo, con un gesto hacia
el abultado vientre.
Ella se llevó una mano a la
tripa, que evidenciaba el último
tramo del embarazo.
—Bueno, parece que de
momento aguantará. ¿Ha visto a la
madre de Johana?
—Sí, está bastante nerviosa.
Espera dentro acompañada por su
familia, acaban de llamarme de
abajo para decir que ha llegado...
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