2012 ENERO 08
Homilía de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata,
en la fiesta del Bautismo del Señor (Iglesia catedral, 8 de enero de 2012)
En el tiempo de Adviento la liturgia nos ha presentado, en dos domingos sucesivos, la figura de Juan el Bautista, precursor de Cristo. En la fiesta que hoy celebramos su presencia resulta otra vez fundamental. El prefacio de lasolemnidad que le está dedicada el 24 de junio dice que Juan fue el único profeta que señaló al Cordero de nuestra redención; más aún, lavó al mismo autor del bautismo, fuente de agua viva para la santificación de los hombres. El bautismo de Jesús en el río Jordán marca el momento culminante de la misión del precursor. Su personalidad, sus actitudes y el contenido de su predicación lo distinguíanen el contexto religioso contemporáneo.
En el judaísmo del siglo I, junto a los fariseos que postulaban una observancia escrupulosa de la ley sólo posible a una minoría, y a los saduceos pertenecientes a la clase sacerdotal y comprometidos con la dominación romana, existían otros movimientos que agitaban, aunque de manera muy diversa, la esperanza mesiánica. Los esenios se alejaron de la sociedadcivil para formar una comunidad de vida ascética y orante, reunida para aguardar y preparar la próxima instauración del Reino. Los celotas interpretaban la llegada del Reino en términos políticos y promovían un levantamiento armado contra los ocupantes para restablecer la monarquía davídica.
Los Evangelios describen con algunos detalles la apariencia de Juan y su modo de vida. Vestía una túnicacorta de pelo de camello, sin el habitual complemento del manto, y ceñida con una tira de piel. Su alimentación era la de los beduinos que habitaban en el desierto: prescindía de pan y vino, alimentos elementales, y se contentaba con langostas hervidas en agua y sal y asadas a las brasas y con la miel de las colmenas que espontáneamente construían las abejas en los agujeros de las rocas. Practicabatambién ayunos estrictos. Todos estos rasgos recordaban al profeta Elías. La predicación de Juan resaltaba entre las propuestas de los numerosos predicadores de entonces. Él hablaba de un juicio inminente, ante el cual sólo podía corresponder la conversión, un cambio de vida para abrazar la piedad –es decir, la veneración y el temor de Dios– y la justicia –una conducta recta para con el prójimo. Niel conformismo religioso de fariseos y saduceos, ni el purismo separatista de los esenios, ni el desborde guerrillero de los celotas. Seguramente llamaban la atención los elementos críticos de su mensaje, que se podían resumir en este planteo: no basta la pertenencia al pueblo de Abraham; hay que imitar la fe y la obediencia de Abraham.
Los baños de purificación y numerosas abluciones ritualeseran frecuentes en el judaísmo de entonces, pero el bautismo administrado por Juan tenía una identidad inconfundible: era el sello del arrepentimiento y la prenda del perdón que se recibiría en el futuro, el día del juicio. Con todo, era un rito provisional. Elprofeta y más que profeta –como lo llamó Jesús, cf. Mt. 11, 9– anunciaba la cercanía de alguien más poderoso que él, del cual se considerabaindigno de ser esclavo; de este modo indicaba la próxima llegada no de un profeta más, ni de un maestro eminente, sino del enviado definitivo de Dios. Cuando Jesús se acercó para recibir el bautismo, Juan comprendió que la hora había llegado. Luego pudo ofrecer este testimonio: Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre el que veas descender el Espíritu ypermanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo”. Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios (Jn. 1, 33 s.).
El acontecimiento del bautismo de Jesús tuvo una gran importancia en la primitiva predicación cristiana. Es el momento en que se inicia el ejercicio público de su misión, que se extendería por un breve período, después de su larga y silenciosa preparación en...
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