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LA MÁSCARA
DE VENUS
VENUS O'HARA

A mis cuatro hombres que me
apoyan cada día

Prólogo

T

engo una entrevista para
un puesto de trabajo que
no existe. Pero esto no significa
que no requiera una gran
preparación. Mientras estoy en
la ducha, me pongo a pensar
en mis expectativas de salario,
en mis objetivos profesionales
y, sobre todo, en la importancia
de saber cómo y cuándo tomar
lainiciativa.
Me seco con una toalla y

me pongo crema hidratante en
la cara y aceite baby por todo
el cuerpo, hasta que mi piel
queda reluciente. Tengo que
esperar a que se absorba todo
antes de pasar a la próxima
fase,
la
de
vestirme
y
maquillarme, que sin duda es la
más importante. Porque, en
cualquier
entrevista,
las
primeras impresiones cuentan
y duran.
Mientras espero, miro el
móvil y veo que me hallegado
un WhatsApp que dice: «No
olvide enviarme su currículum
antes de la entrevista». Dios,

¡el currículum! Se me había
olvidado por completo. Miro la
hora y me entra pánico. Son
las cinco y media de la tarde y
tengo la entrevista a las siete.
Rápidamente me pongo un
albornoz y unas pantuflas y voy
corriendo al salón. Me siento en
mi escritorio, abro un nuevo
documento de Word y comienzo
aescribir mi nombre. Tengo
que ser breve porque no puedo
llegar tarde, y todavía me falta
secarme el pelo, peinarme,
maquillarme y vestirme antes
de coger el metro. No puede
fallar absolutamente nada para

esta entrevista. Nada.
Tiene
perfecto.

que

ser

todo

Después de dudar unos
instantes, se me ocurre una
idea y me río sola cuando
decido incluir mi formación de
monja y mis trabajos comoprobadora
de
juguetes
sexuales, técnica de orgasmos
y abogada de divorcios. Soy
totalmente consciente de que
no cuadra: esta mezcla de
experiencias profesionales tan
distintas no solo es intencional,
sino que además me parece
una manera idónea de ampliar

el campo de las preguntas que
me pueden hacer y, más
importante, de las respuestas
que voy a dar. La expectación
ante la entrevista aumenta más
aúncuando
adjunto
el
documento en un email y hago
clic en «Enviar».
Acto seguido, voy corriendo
a mi vestidor y abro el armario.
Sé exactamente la falda que
me voy a poner; tampoco hay
muchas opciones. Es negra,
hasta la rodilla, pero con una
raja delante que mientras estoy
sentada dejará a la vista las
medias con liguero que voy a

ponerme; por lo tanto, es ideal.
Miro mis blusas y cojo una
blancacasi transparente que es
perfecta
para
realzar
los
pechos. Después voy a mi
cajonera de lencería y abro
primero el
cajón
de
los
sujetadores.
No
sé
cuál
ponerme. ¿Efecto escote o
transparencia de pezón? No se
puede tener ambos efectos, así
que apuesto por transparencia
de pezón, ya que es marzo y
hace
fresquito:
quiero
aprovechar para realzar mis
pezones duros.
En otro cajón, busco unas

mediasnegras con costura.
¿Dónde están? ¡No, no, no! No
puede
ser
que
no
las
encuentre...
Aunque
tengo
otras opciones, las negras con
costura son las que siempre me
había
imaginado
que
me
pondría para esta entrevista...
Tengo que encontrarlas. Ojalá
fuera más organizada con mi
ropa. Me pongo a pensar en la
última vez que las llevaba
puestas para una cita con el
ginecólogo
y
siento
un
cosquilleo entre losmuslos al
recordarlo.
Abro un par de cajones más

y lo saco todo mientras me
pongo a pensar en la cantidad
de tiempo que pierdo por culpa
de mi desorden. Me siento
culpable
durante
un
milisegundo, hasta que las
encuentro en el cajón de los
calcetines. Suspiro aliviada y
me pregunto qué hacían ahí.
Por suerte, el liguero negro es
más fácil de ubicar. Abro el
cajón de las bragas y, al ver
tantas, másde cuatrocientas
concretamente, decido que será
más práctico no ponerme nada,
así que vuelvo a cerrarlo y me
siento todavía más traviesa.

Lista para vestirme, pongo
encima de mi cama revuelta
toda la ropa que he elegido,
pero el aceite baby todavía no
se ha absorbido por completo.
Voy al cuarto de baño, me seco
el pelo y decido llevarlo suelto:
no hay tiempo para peinarme
con
el
moño
que...