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Nigel Barley y la
investigación
etnográfica

______________

r
1— lantropologo
¡nocente,
de Nígel
Barley,
salió
ala
luz
por
primera
vezen
en
inglés
en
1983,
si
bien
castellano no nos llegó hasta 6 años después, en
1989, a través de Anagrama, y desde entonces
seunahaenvuelto
editaren al1991.
menosDeldos
más:
1990 ya otra
éxitoveces
de público (no estrictamente antropológico) que ha tenido enEspanaesta obra (netamente antropológiM~ Isabel Jociles Rubio
ca)
no sólodeestas
sucesivas(pocoediciones, nos
sinodanlas idea
estrategias
marketing
frecuentes en el magro mercado literario de la
antropología
social)
que
hanmisma
acompañado
aedila
publicación
en
1993,
por
la
empresa
torial, de otro libro del autor, Unaplaga de orugas:
por unsubtítulo
lado, ha desido«Elantropólogo
rebautizadoconinocenel significativo
te regresa a la aldea africana»(muy al estilo de
«las segundas partes» de los best-sellers literarios
o cinematográficos
que, comopor ocurre
este caso,
«nuncason buenas»)y,
otro lado,en
han aparecido múltiples reseñas del mismo «en
periódicos
que20se dcleen»
2 (por ejemplo,
laso ladosde
deEl ElMundo
País deldel
noviembre
de
1993
mismo año 3).
Se trata de una obra con indudablescualidades
literarias;todasno susen vano
la ágil pluma
de Barley salpica
descripciones
y reflexiones
deestounexplica
chispeante
ysuagudo
sentido
del humor,
y
quizá
éxito
en
ambientes
«profanos»,entre los «noiniciados»en la antropología
social; sin embargo, ello no da razón por sí sólo
de la buena acogida de la que, en general, ha
gozado
entre los «iniciados».
Por
supuesto,también
el tonoirreverente
con que enfrenta
ciertas convenciones de la profesión consigue
«enganchar»no
debido sobre todosóloa asu losdébilantropólogos
posición enque,el
campo
de estrategia
la antropología,
se ven atraído
por
cualquier
de
subversión
del
«statu
qilo»
Barley se atreve
a dirigir susreglas
dardosmaliirónicos, (yincluso,hacia
las sacrosantas
nowskianas
de la queobservación
participante
hacia la omisión
lasmonografías
sueleno
hacer
de unsexuales
tema tabú
como es el de sino
los
«encuentros
del investigador»4),
aun por aquéllos otros que, ocupen la posición
que
investigación
como
algo ocupen,
vivo, comoconciben
algo quela—sin
duda— implica
un arduo trabajo de producción de material
etnográfico y de reflexión epistemológica, pero
M.~ Isabel Jociles RubiPol
o. Facul
icas y SociMadri
ologíad.Uni
dadComplutense. Madrid.
ítica tyadSociCC.edad,Polít24(1997),
(Pp.versi
97-120)

M.’a Isabel Jociles Rubio

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que no deja de entrañar asimismo una prolongada relación humana entre etnógrafo y «nativos»,
nunca ajena a todo tipo de situaciones equivocas, de variopintos malentendidos y siempre
expuesta a una enfermedad, más común de lo
que algunos se atreven a reconocer, a la que
cada uno suele poner unnombre distinto (aunque responda a la misma etiología y tenga parecidos síntomas), y que Evans-Pritchard calificó
ingeniosamente de «nueritis».
Con todo, considero que el mayor mérito de
la obra consiste en haber descrito con todo lujo
de detalles los sentimientos y tribulaciones que
embargan al etnógrafo a lo largo de todo el proceso de investigación, de suene que el investigador de campo puedefácilmente reconocerse
en casi todas las situaciones presentadas por
Barley. Es más, queda con la indeleble sensación de que, con sólo cambiar algunos nombres
de cerveza, ciertos elementos del escenario, y
de ser visitado por las musas de la ironía, él
mismo podría ser el autor.

II

E

¡antropólogo inocente nace en un

omento de la historia de la antropología (la primera mitad de los 80)
y dentro deun clima intelectual que nos permiten entender algunas de sus claves. Estamos en
la época de los denominados —por Geertz
(1 989b: 83 y ss.)— «hijos de Malinowski», y no
tanto porque nos encontremos con seguidores
de sus planteamientos teóricos o metodológicos, sino principalmente ante las reacciones tardías y, en algunos casos, paroxísticas que se suscitaron frente a su A diary in dic strict...