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Páginas: 11 (2736 palabras) Publicado: 14 de octubre de 2015
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Melba Escobar de Nogales

La Casa de la Belleza

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Melba Escobar de Nogales (Cali en 1976) Ha
publicado Johnny y el mar (Tragaluz, 2014),
Duermevela (Planeta, 2010) y Bogotá sueña, la
ciudad por los niños (Icono, 2007) distinguida
con una Beca Nacional de Creación del
Ministerio de Cultura. Escribe en el diario El
País deCali, donde en 2013 fue reconocida
como mejor columnista de opinión. Ha sido
becaria internacional del Departamento de
Estado para asuntos culturales (Estados
Unidos, 2012) y beneficiaria de una residencia
de escritura en Santa Fe University of Art and
Design, Nuevo México, Estados Unidos. Sus
trabajos periodísticos aparecen en medios
nacionales e internacionales y algunos
de ellos han sidotraducidos al inglés y al
italiano.

La Casa de la Belleza es su tercer libro de
ficción.

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Desde bien pequeñitas las negras y las mulatas
se alisan el cabello con la plancha, con crema, con
secador, con píldoras masticables, se hacen la toga
o la vuelta, se ponen mascarillas, duermen con
medias veladas en la cabeza, usan un sellador de
puntas de silicona.Tener el pelo liso es tan importante como usar un sostén, es parte imprescindible
de la feminidad, y hay que hacer lo que hay que
hacer, armarse de valor, llenarse de pinzas metálicas, y estar dispuesto a aguantar tirones y a pasar
horas en esa cuestión que es dispendiosa e incómoda, pero también necesaria si quieres conseguir
el lacio perfecto, dice Karen con su voz de tambor.
¿Y las niñas pequeñas,ellas también tienen
que hacer eso?
Muy pequeñas, no, pero ya señoritas, o sea
de ocho, nueve, ya ahí sí todas con su cabello liso,
cómo no, dice retirando las vendas.

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Karen me dijo que al llegar le gustó la ciudad.
Y sí. Para muchos, es bella. Precisamente por esa
tristeza leve que la caracteriza y que a veces se
rompe con una mañana soleada dedomingo tan
radiante como inesperada.
Dejó a su niño de cuatro años con su madre
en Cartagena y se vino a Bogotá. Una colega suya
había montado un centro estético en Quirigua y le
ofreció trabajo. Le prometió a su mamá que mandaría plata mensual para Emiliano, cosa que ha
hecho. Su madre vive en una casa del barrio San
Isidro, con el tío Juan, que es solterón y achacoso.
Ambos subsisten principalmentede una pensión
del tío, por sus treinta años trabajando en la oficina de correos, y de las remesas que ella manda.
Karen creció escuchando vallenato, bachata y
más tarde champeta. Su madre, apenas dieciséis
años mayor que ella, fue una vez la reina del barrio, con lo que pensó que saldría de pobre, pero
terminó preñada de un rubio que poco hablaba
español y del que supuso era un marinero. Con esavisita furtiva del amor, nació la mulata que compartía con su madre no solo el apellido, sino también la belleza y la escasez.

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Doña Yolanda Valdés vendió chance, fritanga,
fue empleada doméstica, copera en un bar del
centro y finalmente se dedicó a cuidar a su nieto,
a aguantarse la artritis y a lamentarse por haber
parido hembra en vez de varón. Asus cuarenta
años era casi una anciana.
Los amoríos de doña Yolanda le habían causado dos embarazos más, en ambas ocasiones
de varones, con tan mala suerte que uno nació
muerto y el segundo falleció a los pocos días de
nacido. Yolanda Valdés decía que las mujeres de su
familia estaban rezadas. Una especie de maleficio
caía sobre ellas cuando menos lo esperaban para
someterlas a la soledad como únicodestino.
Karen recuerda la misa de las siete de la mañana
los domingos y el despertar con el canto de los canarios. Recuerda el sancocho de pescado de los
morros y la piel tirante y la vista mareada de luces
blancas cuando dejaba su cuerpo flotar por largo
rato. Con el paso del tiempo, el ritual de encerrarnos en esa cabina en soledad, cobijadas por su
juventud, su cadencia de mar, el vigor de...
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