3 2013 11 25 Gomez Garc A Jos Luis Discurso 23 De Marzo De 2011
Excmo. Sr. D. José Luis Gómez García
23 de marzo de 2011
Rector Magnífico de la Universidad Complutense,
Ministra de cultura,
Vicepresidente de la Comunidad de Madrid,
Delegada del Área de Gobierno de las Artes del Ayuntamiento de
Madrid,
Autoridades,
Académicos;
Muy queridos amigos y compañeros:
Nadie emprende la tarea de hacerse hombre deteatro con el propósito
de estar un día en tan honorable situación como ésta; por lo tanto es una
circunstancia, si bien aceptada con gozo, del todo sobrevenida. La universidad
que, durante siglos, ha admitido los textos e ignorado a los artistas de la
escena, los honra finalmente. Agradezco, conmovido, a esta ilustre Universidad
y, sobre todo, a la vida el habernos traído a las gentes del teatrohasta este
lugar y en el abrumador recuerdo de quienes nos han precedido en esta
distinción.
He tenido la fortuna de trabajar en el teatro en diversas funciones,
además de la de actor: sólo hablaré de esta última, pues es la que me formó.
… para comenzar diré que en el teatro nunca he tenido problemas con el
vestuario… pero esta vez salgo a escena sin hacerme al traje, con sólo una
prueba… Y yasaben, normalmente son tres…
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín…
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento…
No, no se asusten, no la voy a recitar entera…
¡“La canción del pirata”! Con ella comenzótodo. Debía de tener nueve
años. Era Navidad. No había clientes por esas fechas en la modesta pensión
de mis padres, uno de los pocos momentos del año en los que la familia podía
estar sola, sin el ajetreo habitual del negocio. El comedor estaba adecuado
para la ocasión. Mi madre había puesto el belén y mi padre confeccionado
platos especiales que aprendió de cocineros de hoteles importantes.Yo había
preparado la sorpresa con secreta diligencia, asesorado por un cliente de la
casa que me enseñaba a leer versos.
Me subí a una mesa, observé un instante a los espectadores a mis pies,
levanté la mirada hacia el horizonte, que imaginaba tras la pared de azulejos
ante mis ojos y comencé.
De pronto todos estaban conmigo. Podía sentir físicamente su atención,
el asombro de mis padres, los ojosde mis hermanos, el fluir del texto dentro de
mí a medida que lo enunciaba. Y sentía también el cosquilleo del momento, el
vértigo de comerme una estrofa, y, tras leve despiste, seguir como si nada; y,
ante todo, el desconocido poder y la súbita debilidad que me habitaban al
mismo tiempo.
Ahí ocurrió por primera vez de modo reconocible. Una situación
recordada por tantos niños, ¿no es cierto?Bien, pero ¿qué ocurrió?
Creo que al menos hasta la ocupación romana no había actores ni
artistas en el árbol genealógico de la familia. De hecho no había ni árbol
genealógico. Mi madre procuraba incentivar mi sensibilidad con una profesora
de piano y sus lecciones personales consistían, ante todo, en su propia
prudencia, austeridad y buenser y en la cuidadosa elección de los colegios; mi
padre meexhortaba continuamente a la audacia, al trabajo y a la vida que tenía
por delante.
De arte no se hablaba y nada se sabía. Poco importa, nadie, ni yo
mismo, de entre los presentes, pudo imaginar que, años más tarde y contra
todo pronóstico, yo me emperrara en aprender a ser… ¡actor!
¿Se puede aprender eso? Muchos lo dudan. Quizás tengan razón:
todavía estoy aprendiendo.
Pero resultó que los versosque me había prestado Espronceda se
acabaron, el hechizo, por llamarlo de algún modo, se desvaneció y los
aplausos y felicitaciones no pudieron sustituirlo. Recomenzó la vida cotidiana y
el recuerdo de lo sucedido, se escondió en mi interior, como ascua dormida a la
espera de un nuevo soplo.
Creo que fue la primera vez que tuve una experiencia medio consciente
de… lo efímero…
Bien mediados los...
Regístrate para leer el documento completo.