3 Echeverria
Esteban Echeverría
(epílogo)
Douce lumière, es-tu leur âme?
(Lamartine)
"¿Eres, plácida luz, el alma de ellos?"
¡Oh María! Tu heroísmo,
tu varonil fortaleza,
tu juventud y bellezamerecieran fin mejor.
Ciegos de amor, el abismo
fatal tus ojos no vieron,
y sin vacilar se hundieron
en él ardiendo en amor.
De la más cruda agonía
salvar quisiste a tu amante,
y lo viste delirante
en eldesierto morir.
¡Cuál tu congoja sería!
¡Cuál tu dolor y amargura!
Y no hubo humana criatura
que te ayudase a sentir.
Se malogró tu esperanza;
y cuando sola te viste
también mísera caíste
como árbolcuya raíz
en la tierra ya no afianza
su pompa y florido ornato.
Nada supo el mundo ingrato
de tu constancia infeliz.
Naciste humilde, y oculta,
como diamante en la mina,
la belleza peregrina
de tunoble alma quedó.
El Desierto la sepulta,
tumba sublime y grandiosa,
do el héroe también reposa
que la gozó y admiró.
El destino de tu vida
fue amar, amor tu delirio,
amor causó tu martirio,
te diosobrehumano ser;
y amor, en edad florida,
sofocó la pasión tierna
que, omnipotencia de eterna,
trajo consigo al nacer.
Pero, no triunfa el olvido,
de amor, ¡oh bella María!
que la virgen poesía
coronate forma ya
de ciprés entretejido
con flores que nunca mueren;
y que admiren y veneren
tu nombre y su nombre hará.
Hoy, en la vasta llanura,
inhospitable morada,
que no siempre sosegada
mira el astrode la luz;
descollando en una altura,
entre agreste flor y yerba,
hoy el caminante observa
una solitaria cruz.
Fórmale grata techumbre
la copa extensa y tupida
de un ombú donde se anida
la altivaáguila real;
y la varia muchedumbre
de aves que cría el desierto,
se pone en ella a cubierto
del frío y sol estival.
Nadie sabe cuya mano
plantó aquel árbol benigno,
ni quién a su sombra, el signo
pusode la redención.
Cuando el cautivo cristiano
se acerca a aquellos lugares,
recordando sus hogares,
se postra a hacer oración.
Fama es que la tribu errante,
si hasta allí llega embebida
en la caza...
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