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donde se odinm háhilmente rasgos
idealizadores y elementos referenciales. Idealizadotaes labelhza admirable de las jóvenes, su
heroicidad y la constancia en el amor y la fe religiosa- En cdlio, latela de fondo que les
sirve de marco impone diferencias notables entre las dm hisrias" Ea la historia del Cautivo
la integración del otro, aqtí una musulmana mnversa, es mdar¡Ía pmibletr- No así en laihtitlad y presencia de la
historia de Ana Félix: en el paso del primero al segun& @,la
minoría morisca en el seno del cuerpo social cristiano h cd¡iú & §gno. El contexto de

En ambos relatosencontramos una poética

España en la década en que Cervantes ssffi uhimando

s q,qdñ OúW

es, en efecto, bien

distinto: ya no hay integración para Ricote y su familia, sim scg[qrcifu y expulsión. Entre
lasdos historias, Cervantes ha jugado con la reversibiliH & h espacic: el cristiano es
prisionero o perseguido como enemigo e infiel en tbra rmsnfmmas; el morisco, en la

h diftrcncia€s que ese sueloespañol
había sido durante siglos para los llamados "conversm de mrocf h ürfa de los anceskos.
ü XVtr que Cervantes
Detengámonos, pues, en el contexto de la segda @
f,ccionaliza y con el que entreteje surelato. Es este tm & lc ñÉs imbricados en las
problemáticas sociales de la España del XYII, que todo Iffi & h ópG reconocía como
Segunda Parte, es proscrito en la muy cristiana Españ4

bffi.É clepígrafe socarrón con
a esta histoia y no
introduce el capítulo (cap. 54):"Que traúa & ofr ffi

propias. Imaginamos la sonrisa cómplice de este mismo
que Cervantes

a otra alguna".

eqtiúc & l6f», el mismoaño
de expulsión de los
en que se firma la tregua con Holanda, se hace público cl FirF ffi
moriscos, punto de partida de una largo y doloroso prom qE s ¡llolügaÉ hasta 1614.
Felipe III sellaba así eldestino de unos 300.ün crisimm & ¡ri8en msnlm,án ('conversos
de moros"), descendientes en su mayor parte de ls enriSnx ir,ats dd §glo YIII, y ponía
en la península desde
fin a una convivencia que,...