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Páginas: 317 (79244 palabras)
Publicado: 3 de febrero de 2016
Gioconda
Memorias de Leonardo
Luis Racionero
Premio de Novela Fernando Lara 1999
Premio
© Luis Racionero, 1999
© Editorial Planeta, S, A., 2005
Avinguda Diagonal, 662, 6ª planta.
08034 Barcelona (España)
Diseño de la cubierta: Hans Geel
Ilustración de la cubierta: AGE Fotostock
Fotografía del autor: © Roser Vilallonga
Primera edición Colección Booket: octubre de 2004Segunda edición: enero de 2005
Depósito Legal: B. 2.7522005,
ISBN: 8408055534
Impresión y encuadernación: Liberdúplex, S. L.
Printed in Spain Impreso en España
La Fundación José Manuel Lara y Editorial Planeta convocan el Premio de
Novela Fernando Lara, fiel al objetivo de Editorial Planeta de estimular la
creación literaria y contribuir a su difusión.Esta novela obtuvo el IV Premio de Novela Fernando Lara, concedido por
el siguiente jurado: José Manuel Lara Hernández, Terenci Moix, Luis María
Ansón, Carlos Pujol, José Enrique Rosendo y Manuel Lombardero.
Luis Racionero La sonrisa de La Gioconda
Caro Francesco:
Las promesas engañan, el tiempo decepciona, la muerte burla los cuidados,las ansiedades de la vida son nada. ¿Para qué escribo entonces? Lo que pueda
decirte sólo servirá cuando lo vivas tú mismo. He malgastado mis horas, ¿por
qué no echar a perder las tuyas? Lo más difícil cuando se toma la pluma es
convencerse de que merece la pena escribir. No estoy seguro. En este
crepúsculo tan amable de Amboise pasaría mis horas solazándome entremúsica y luz, pero algo me incita a explicarme contigo, porque sé, aunque jamás
me lo hayas dicho, que en muchas cosas no me has comprendido; a pesar de lo
cual tu incesante bondad no ha flaqueado. Te debo una explicación por Salai,
por el español, por Ludovico, por el desdichado Juan Galeazzo. Sé que no me lo
pides, pero veo en tus ojos el reproche de lo incomprendido.Nunca he discutido ni me he excusado. He adulado a veces, cuando era
necesario para conseguir mis propósitos. ¿Te acuerdas de la satisfacción del rey
Francisco I cuando le presenté el león mecánico de oro, de cuyo pecho saltaron
los lises de Francia? Tampoco estuvo mal mi entrada en Milán cuando
improvisé y canté para Ludovico con la lira de nueve cuerdas sobre una dorada
cabeza de caballo que me había cincelado Verrocchio. Allí me gané al
desconfiado y altanero Ludovico Sforza. Pero si no me he excusado ni
enzarzado en disputas, sí que he intentado explicarme muchas veces, la
mayoría con escasos resultados. Me he explicado a mí mismo en interminablescuadernos y por eso quiero dedicarte a ti, querido Francesco, este último, donde
contaré lo que más me ha importado, lo que ha sido más caro a mi corazón,
empezando por mi madre.
En el más antiguo recuerdo de mi infancia tengo para mí que, estando en la
cuna, un neblí me abría la boca con su cola y me golpeaba los labios con las
plumas muchas veces. ¿Cómo saber si fue sueño o realidad? Y si ilusión, ¿porqué perdura este recuerdo y no otros? ¿Qué hacía el pájaro en mi duermevela?
¿Qué enigma me estaban insinuando los dioses que mueven los destinos? ¿Nos
habla Hermes en sueños? Quizás me estaban avisando de que era bastardo —
algo que supe mucho después— y de que debería cerrar la boca ante la
insolencia y la altanería de quienes, peores que yo, gozaban de ilustre cuna. La
cofradía de jueces y notarios prohíben el acceso a esta noble profesión a los hijosnaturales, igual que a los sepultureros, los curas y los criminales, de modo que
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Luis Racionero La sonrisa de La Gioconda
me estaba cerrado el camino de mi padre y de mis abuelos. Tampoco pude ir,
por eso mismo, a la universidad. A cambio de ello tuve dos madres, la mía...
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