3historias

Páginas: 9 (2020 palabras) Publicado: 1 de noviembre de 2015
Tres historias cortas
jeremy theler
Dejo a los varios porvenires (no a todos)
mi jardín de senderos que se bifurcan.
Jorge Luis Borges, Ficciones

Historia de un ganador
Malandra con propios y austero con extraños, el bebe es un tipo
que hace la suya, de esos que no molestan a nadie. No fastidia en
las reuniones contando historias de un amigo del cuñado que a
nadie interesa y a todos aburre.Siempre envidiado por los giles
del barrio y codiciado por las rubias más pechugonas, de alguna
misteriosa e inexplicable forma su éxito con las mujeres es excepcional. A favor de su fornido cuerpo –o por el hecho de ser un
dueño de una de las fábricas más importantes de la ciudad— se
las arregla para entreverarse entre las más interesantes faldas de
la zona. Su interminable agenda nunca falla, y lasansiosas dueñas
de los teléfonos que allí figuran esperan impacientes una llamada
que venga a llenar su vida — al menos por una noche. Por unos
instantes, dos corazones se juzgan únicos y no mienten al jurarse
mutuamente un amor genuino y verdadero.
Una noche de bares el bebe conoció a una morocha de ojos
claros que le llamó poderosamente la atención, por no decir que lo
enamoró mágicamente, que—por otra parte— es la única forma

que existe de enamorarse. Rápido y seguro, comenzó a poner en
marcha los procedimientos adecuados del caso. Copa de ginebra
en una mano y bolsillo en la otra, se acercó con aire de ganador
y sonrisa arrogante. En cuestión de minutos la perpetración de lo
que el impío lector imagina estaba en camino, y luego de un par
de horas se hizo efectiva de la mejor manera.Al día siguiente —por alguna razón— el bebe quiso verla de
nuevo. Algo sorprendido notó que no tuvo la precaución de anotar
dato alguno sobre su compañera, tal vez por considerarla efímera.
Esa misma noche volvió al bar, pero no tuvo suerte. Nadie conocía a Laura. Indagó en otros antros, pizzerías y burdeles. Apenas
una imagen que lo estremecía era todo lo que tenía. Un recuerdo
imperfecto es mejorque una nulidad absoluta, ya que el paso del
implacable tiempo va tiñendo la memoria de falsas impresiones,
casi siempre mejores y más ardientes de lo que en realidad fueron.
La primera novia se nos antoja la más linda del barrio, cuando era
en verdad un simpático lorito parlanchín.
Durante largas semanas de angustia y desesperación, buscó a
la mujer amada. Rechazó convenientemente a señoritasque incluso le hubiese costado conquistar. Sus amigos no comprendían qué
es lo que estaba sucediendo, y hasta dicen que lo vieron llorar por
primera vez. Pero un día cualquiera, del modo más inesperado
alguien le pasó un dato. La morocha vivía con sus padres en una
casona antigua, de esas que tienen zaguán y una puerta excesivamente alta y pesada.
Después de dos timbrazos y unos tensos veintesegundos, apareció Laura.
— Si. . . ¿que desea el señor? — preguntó ella
— ¡Laura! ¿No te acordás de mi? Soy el bebe. . . — se desilusionó
— Disculpe. Se debe haber equivocado. No lo conozco.
A continuación Laura cerró junto con la puerta la patética conversación. Y engañando a todos los que esperábamos un triste be-

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rrinche de sollozos y súplicas, el bebe pegó media vuelta y se fue
silbandobajito. Nada de reproches ni lágrimas. Es deber de caballeros aceptar el desengaño sin chistar y evitar arrastrar a los demás al fondo del abismo. Quien sabe ganar, sabe perder. El amor
no es una pertenencia a la que uno accede bajo firma de contrato
y sobre el cual las partes gocen de derechos y obligaciones indeclinables. Aunque nuestras novias se vayan de la mano de otros
señores y se internen enyuyales lejanos e inalcanzables, no tenemos derecho a quejarnos. Debemos hundirnos solos en el dolor,
pero no arrodillarnos como pobres diablos. Acaso sea esa la diferencia entre los nobles y los mediocres.

El doctor Miranda
Julio P. Miranda era doctor, o casi. Ahorrémonos pensar en meros
médicos o abogados. Estamos hablando de un doctor de verdad,
un PhD en el sentido más literal. Comenzó su...
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