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Páginas: 514 (128489 palabras)
Publicado: 16 de noviembre de 2011
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TRATADO DE LAS PASIONES DEL ALMA
Un terrorista –el Hombre– y un Juez de Instrucción se enfrentan, desde posiciones encontradas, en un interrogatorio que va mucho más allá del intento de conseguir información. Los doshombres se conocen desde niños y en la conversación saldrán a relucir – en un entremezclarse de tiempos y voces pasados y presentes– todas sus diferencias ideológicas y de clase: el juez proviene de una mísera familia campesina y el terrorista es nieto del dueño de las tierras donde ésta trabajaba.
Con un lenguaje desbordante, riquísimo en recursos expresivos –donde cada palabra parecehaber sido pulida hasta alcanzar una nueva categoría–, Lobo Antunes profundiza admirablemente en el alma humana hasta su médula más desnuda.
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"En Tratado de las pasiones del alma sólo valen las estrategias narrativas que conducen a la belleza formal de un discurso impecable."
J. Ernesto Ayala-Dip, El País
"Lobo Antunes se me revela como un artistaescultor consumado, que modela con calidad de detalle el submundo intangible de la oscuridad humana."
Robert Saladrigas, La Vanguardia
"Tratado de las pasiones del alma es una novela compleja, profunda y ambiciosa." Ángel Basanta, Abc
TRATADO DE LAS PASIONES
TRATADO DE LAS PASIONES
ANTONIO LOBO ANTUNESTraducción de
Mario Merlino
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Ediciones Siruela
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Titulo original Tratado das pitxoes da alma
Diseño gráfico G Gauger & J Siruela
© Antonio Lobo Antunes 1990
© De la traducción Mario Merlino
© Ediciones Siruela S A 1995 1997
Plaza de Manuel Becerra 15. “El Pabellón”
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TRATADO DE LAS PASIONES
La familia del Juez de Instrucción vivía al otro lado de la plaza de la feria (que visitada años después era mucho más pequeña de lo que de niño le parecía), más allá de los cipreses del colegio y de la casa delmédico amparada por sombras y alhelíes, en la parte de la villa que creció, frente a las nieblas del Caramulo, en callejuelas más estrechas todavía, ahogando las ruinas de la sinagoga en un laberinto de pajares. Los inviernos lluviosos traían a la noche el paso menudo de los lobos de la sierra, de párpados angustiados de eremita, que olisqueaban vacilantes los orines de cordero en los...
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